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El penúltimo raulista vivo

El Barcelona con el golpismo, el Espanyol con la ley y la Constitución

A la medida hora de conocerse la sentencia del Tribunal Supremo que condena, entre otros, al golpista Junqueras a 14 años de cárcel, que ya se verá si cumple o no cumple, el Fútbol Club Barcelona ha emitido un comunicado oficial en el que afirma que la prisión no es la solución, que el conflicto catalán solo se solucionará con el diálogo y pidiendo el indulto para los políticos presos además de solidarizándose tanto con ellos como con sus familias. El comunicado sólo podría haber sido más desafortunado si, además, el Fútbol Club Barcelona hubiera dicho lo que el otro día dijo con total impunidad en la televisión pública TV3 una iluminada, o sea que los independentistas están en guerra y que por eso entra dentro de lo razonable que lleven bombas por la calle y, llegado el caso, que las pongan.

Pero la presó sí es la solució, claro que lo es. La presó es la solució cuando alguien pretende saltarse el Estado de derecho a la torera pese a haber sido advertido hasta le extenuación en sentido contrario para que no lo haga, lo es cuando se pone uno la ley por montera y decide que España le pertenece porque sí y puede trocearla a su gusto porque no. Cuando alguien actúa así, como cuando alguien asesina o cuando alguien viola o cuando alguien roba, por supuesto que la presó es la solució, de hecho es la única solució más que nada porque cada vez que hay votaciones en Cataluña se demuestra que la mayoría de catalanes no está por la secesión, y menos aún unilateral, y la inmensa mayoría de los españoles no están porque su nación se trocee a gusto del consumidor batasuno o esquerro de turno. Así que sí, la presó es la solució.

A veces, para exculpar al club y a sus dirigentes, y especialmente a su presidente, José María Bartoméu, a quien nos quieren pintar como un santo varón que tampoco entiende de esto, se nos dice que al Fútbol Club Barcelona no le queda más remedio que posicionarse del lado del independentismo, que la presión en Cataluña es insoportable, que a Bartoméu le gustaría hacer otra cosa pero que no puede y que, visto lo visto, más vale malo conocido que bueno por conocer, sugiriendo que estos al fin y al cabo son blandiblú y que siempre podrían hacerse con los mandos del club otros incluso peores. Pero no es cierto, siempre se puede hacer otra cosa. El impresentable comunicado del Barcelona contrasta con el del Espanyol, que afirma que el club es una entidad deportiva y que, como tal, no representa los sentimientos ni los posicionamientos personales e individuales de todos sus socios; además, el Espanyol reitera su respeto a las decisiones judiciales y, al final, apuesta por el diálogo, pero lo hace como en aquel anuncio del Scattergories, que aceptaba pulpo como animal de compañía. Diálogo siempre, por supuesto, pero... ¿diálogo con quien no quiere dialogar? ¿Diálogo con quien amenaza, con quien acosa, con quien persigue por sus ideas políticas?... Difícil dialogar así.

¿Es menos catalán el Espanyol que el Barcelona por afirmar que respeta las decisiones judiciales y por advertir que se trata de un club deportivo y que no representa los sentimientos individuales de sus socios o seguidores? Pues no, yo diría que, con ese comunicado, el Espanyol demuestra ser incluso más catalán y más catalanista que el Barcelona y, de paso, bastante más razonable. La historia nos dice que el club catalán de verdad, el que fue fundado por catalanes y en el que sólo jugaban futbolistas nacidos en Cataluña, es el Espanyol, pero esa historia se ha reescrito. Así que las cosas sí se pueden hacer de otro modo porque las ha hecho así el Espanyol, y supongo que la presión para sus dirigentes será la misma que para los del Barcelona. De modo que, si las cosas sí se pueden hacer de otro modo tal y como ha demostrado el Espanyol, lo que sucede es que el Barcelona quiere hacerlas así, como las ha hecho hoy.

Espero no estar desvelando ningún secreto si digo que hoy mismo, en el grupo de watshapp de Deportes de Libertad Digital, un barcelonista sensato, un barcelonista al que le gusta el fútbol, un culé no nacido en Cataluña sino en Madrid, confesaba su profunda desazón por lo que consideraba una falta de respeto hacia los millones de seguidores que el club barcelonés tiene fuera de Cataluña. Cuando vivía Franco, el Barcelona era el club más franquista de todos; ha habido que esperar casi 50 años para que reniegue del general. Esperaremos otro medio siglo para que el Barcelona reniegue de quienes se saltaron a la torera la ley, la Constitución y el estado de Derecho. Esperaremos o esperaréis, ya veremos cómo de rápido avanza la ciencia. Pero, mientras ese día llega, llamemos a las cosas por su nombre, ¿no?

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