Poco le importan por supuesto a un robot independentista las consecuencias del separatismo, la quiebra económica, el aislamiento político y social o la división en la calle entre los nacidos en Cataluña. Han sido educados en un sistema pujolizado y actúan como lo que son, máquinas al servicio de una idea. Que dicha idea pueda arruinarles tanto a ellos como a sus hijos y a los hijos de sus hijos no es algo que vaya a frenar sus alocadas reivindicaciones. Y si la fractura política, social, económica y cultural les importa un bledo, mucho menos les va a inquietar lo que Javier Tebas pueda decir a propósito de que todos los clubes catalanes se quedarían fuera de las competiciones españoles. Que es, por cierto, una boutade del presidente de la Liga de Fútbol Profesional: ya sabemos que se quedarían fuera.
Cuando los dirigentes del Barça, que es el club que ha cogido la bandera de la secesión y que lleva utilizando desde tiempos inmemoriales sus instalaciones a favor de la propaganda de la causa independentista, hablan de esta posibilidad juegan, como en el caso del contrato de Neymar o la situación fiscal de Messi, al despiste: que si se podría estar fuera y dentro al mismo tiempo, que si patatín, que si patatán. Nadie, absolutamente nadie, contempla desde el otro lado de esta imaginaria y kafkiana frontera la posibilidad de que el Barça de una Cataluña independiente pudiera competir en la LFP como si tal cosa. Pero juguemos a la política ficción: ¿Qué tendrían que ver el resto de equipos españoles con todo esto? ¿Qué tendría que ver el Espanyol en todo esto? ¿Por qué deberían verse arrastrados los periquitos a la locura promocionada por el Barça?... En el caso de una Cataluña independiente yo no querría ver al Barcelona compitiendo en la Liga española... pero sí al Espanyol. En su caso habría que estudiar una moratoria.
Ya dije aquí, creo, que si yo formara parte del gobierno del Reino de España iría descaradamente al ataque en esta cuestión del jueguecito que se trae la directiva del Fútbol Club Barcelona con el asunto éste de la independencia. ¿Es asumible que en el campo de uno de los clubes que juegan la Liga española se pite el himno nacional? ¿Es comprensible que nuestras autoridades miren cínicamente hacia otro lado o, como en el caso de Miquell i Cardenall, vayan incluso más allá y pongan a incitadores del secesionismo como ejemplo de la marca España, cuando en el Camp Nou se insulta y se veja al jefe del Estado?... Me parece que en este asunto, como en tantos otros, habría que coger el toro por los cuernos y no amagar sino dar: ¿Tú quieres la independencia? Díselo a tus socios, consúltales a ellos y si dicen "sí"... ¡Aquí la tienes!... Pero si dicen "no", vete de una puñetera vez a la calle y no jodas más con la pelota.