Definitivamente este Barça es de Lionel Andrés Messi. Hasta hace bien poco pertenecía a Ronaldinho, pero al argentino acaban de hacerle entrega de un título de arrendamiento para los próximos diez años por lo menos. Seguro que Ronnie volverá tocando arrebato y con el orgullo herido después de todo lo justo y de todo lo injusto que se ha dicho de él en el transcurso de los últimos veinte días, pero si es inteligente se dará perfecta cuenta de que este Barça ha cambiado de manos. Es una de las leyes del deporte. En el Barça de los años cincuenta jugaron futbolistas extraordinarios por los que hoy se pagarían cantidades astronómicas de dinero, y sin embargo aquel será siempre el Barça de Kubala. Czibor, Macedo o Kocsis eran grandes jugadores, pero el equipo pertenecía, y aún sigue perteneciendo, al gran Ladislao Kubala. Pasó exactamente lo mismo con el Real Madrid de las cinco Copas de Europa. Al lado de Di Stéfano jugaron Puskas, Gento o Kopa, pero aquel equipo sigue siendo propiedad de la "saeta rubia".
Y Messi lo tiene todo para adquirir también la propiedad de la selección argentina. Cuando un futbolista se dispara, no sólo se queda con su equipo sino que, ya puestos, se hace dueño de su selección nacional. Así pasó con los más grandes, con Pelé en Brasil, con Cruyff en Holanda, con Platini y Zidane en Francia, con Beckenbauer en Alemania y, por supuesto, con Maradona en Argentina. En el 62, por ejemplo, Pelé se lesionó de gravedad en el segundo partido de la primera fase del Mundial por lo que no pudo jugar más el torneo. Sin embargo Brasil se proclamó campeón del mundo con Gilmar, Nilton, Djalma, Didi, Zagallo, Garrincha o Vavá. Y ahora vayan ustedes a preguntar por ahí quién ganó el Mundial del 62, ya verán como la mayoría responde que lo ganó Edson Arantes do Nascimento, conocido universalmente como Pelé. ¿Por qué? Muy sencillo, porque Brasil era suyo, le pertenecía.
Es cuestión de tiempo (poco tiempo, creo yo) que Messi, quien, como decía anteriormente, ya es dueño de este Barça, se haga también con el mando en una plaza tan exigente y tan complicada como la del equipo nacional argentino. Observo cosas en él que sólo veía en Diego Maradona, aunque todavía le falta algo, un no sé qué, para llegar a la altura del "pelusa". Dentro de cincuenta años la gente hablará de este Barça de principios del siglo XXI como del Barça de Messi. Será ciertamente injusto para jugadores de la categoría de Deco, Iniesta, Eto'o, Ronaldinho y puede que Bojan, pero, salvo que suceda algo realmente inesperado, así será. Porque nos encontramos ante un futbolista de otra galaxia, un jugador increíble, uno de los mejores que he visto en mi vida.