Supongo que la baza de la que presumió la semana pasada el ilustre Paco Chaparro y que nos anunció a bombo y platillo para el día de hoy no tendría nada que ver con la denuncia presentada por la Fiscalía de Sevilla contra el actual propietario del club por un presunto delito societario. A Manuel Ruiz de Lopera le acusan concretamente de descapitalizar al Betis "en beneficio propio o de terceros y con abuso de su cargo como consejero delegado o administrador de hecho". Pero no, no puede ser, no se estaría refiriendo a eso porque de las palabras de Chaparro deduje claramente que la misteriosa carta que guardaba bajo la manga y que se conocería hoy, 25 de marzo, era un as y, por lo tanto, el Betis saldría vencedor de la partida y conduciría a la bancarrota a Angel Villar. Por otro lado, la denuncia contra Lopera por "producir una descapitalización del Real Betis Balompié SAD a través de la entidad Encaje del Deporte SA que tiene atribuida la exclusividad de negociar, firmar, gestionar y cobrar todos los ingresos que se produzcan por la actividad del Real Betis", gestionando "sin transparencia los fondos del club deportivo, beneficiándose así de la financiación de éste", según la Fiscalía, se conoció el lunes 24 y la bomba de Chaparro estaba prevista que estallase hoy, martes 25.
Igual me estoy precipitando porque todavía quedan diez horas hasta que acabe el día y en el Betis son muy dados a convocar ruedas de prensa nocturnas. O lo mismo Chaparro se estaba refiriendo al anuncio de que el partido contra el Barcelona se jugaría al final en el estadio Ruiz de Lopera, y eso a pesar de que la decisión del Comité de Competición fue clara. Si es a eso a lo que se refería Chaparro, ni baza, ni bacita, ni bomba, ni bombita. De todos era sabido que el Betis, que también tiene abogados, recurriría ante el Comité de Apelación y, puesto que éste tiene la rara costumbre de reunirse sólo los jueves, el club sevillano alegaría la imposibilidad material de trasladar con tan poco tiempo por delante el partido contra el Barcelona. Creo recordar que no es la primera vez que lo hace y, además, está en su perfecto derecho. Si a lo que se refería Chaparro, que sólo él lo sabe, es a que el partido contra el Athletic se reanudará, se equivoca: la decisión de Competición fue firme y, salvo morrocotuda sorpresa, será ratificada por Apelación.
Y, para ser totalmente justo, yo creo que el Betis, que probablemente deba jugar sus dos próximos partidos fuera del Ruiz de Lopera, tendría que hacerlo también sin Chaparro en el banquillo. Me sorprende sobremanera que ningún organismo competente en la materia haya decidido actuar de oficio nada más conocer las declaraciones de este hombre a propósito de la pronta recuperación de Armando. Si yo fuera amigo, conocido o asesor legal de Chaparro, que no lo soy, le diría por su bien que la única baza que tiene consiste en entrenar y no abrir demasiado la boca. Ahí está, sin ir más lejos, el caso de Alfonso Cabeza: dos años estuvo amenazando con tirar de la manta y, al final, ni manta, ni mantón, ni cubrepiés, ni edredón, nada de nada. Eso sí, dejó la presidencia del Atlético de Madrid y empezaron a lloverle ofertas de los programas del corazón. ¿Será eso lo que pretende Chaparro? ¿Querrá convertirse en otro Jorge Javier?