Eso del período de adaptación no es más que una cortina de humo. Los grandes futbolistas ya vienen adaptados de casa. A Cristiano no le hizo falta adaptarse, tampoco a Ronaldo o a Bale, todos ellos empezaron a marcar las diferencias desde el primer minuto de juego. Decir de un jugador profesional que está adaptándose es tanto como justificarle o afirmar que no está a la altura de las perspectivas generadas a su alrededor. Robinho, por ejemplo, se fue del Real Madrid para convertirse en el mejor futbolista del mundo y desde 2008 lleva pegando tumbos por ahí... intentanto adaptarse. Los mejores, como decía, ya vienen adaptados y Toni Kroos, que este domingo cumple 25 años, es el más vivo ejemplo de esto que digo.
Aún me estoy frotando los ojos con el fichaje de Kroos. Quiero decir que no doy crédito al hecho de que el Bayern de Múnich no luchara hasta el límite de sus fuerzas por retener a un jugador de sus características. Tampoco comprendo que cediera gustosamente el paso al Real Madrid, reforzando así la plantilla de un rival directo por la Champions; puede que la proverbial prepotencia de Guardiola, su inagotable vanidad y altanería, tuviera algo que ver. Pero el caso es que Kroos fichó por el Real Madrid, y lo hizo además por una cantidad de dinero (25 millones de euros) que cualquiera consideraría ridícula si tenemos en cuenta las cifras que se manejan en el fútbol actual; yo creo que incluso el Tata Martino daría su visto bueno a la operación.
Lo que une a Stielike y a Kroos es que ambos son alemanes, uno de Ketsch y otro de Greifswald, uno de la antigua República Federal de Alemania y otro de la Democrática. Probablemente se busque el paralelismo entre Uli y Toni porque Stielike fue el último jugador alemán que triunfó sin discusiones (Breitner vino a lo que vino) en el Real Madrid. Pero, más allá de su nacionalidad, Stielike y Kroos son distintos. Uli era más racial e instintivamente buscaba proteger al equipo en defensa, Toni es más cerebral y en cuanto recibe el balón quiere armar al equipo en ataque. Ambos, uno mirando hacia atrás y otro mirando hacia adelante, ofrecen el sacrosanto equilibrio que necesita cualquier equipo del mundo, y más uno como el Madrid que no hace otra cosa que atacar.
Si, tal y como asegura Michel Platini, el Balón de Oro debe ganarlo en año de Mundial uno de los integrantes de la selección alemana, no entiendo qué narices hace ahí, entre los tres elegidos, Leo Messi y no aparece, por ejemplo, Toni Kroos. Lo que dice el presidente de la UEFA tendría sentido si el voto no fuera libre sino dirigido ("En año de Mundial, los votantes deberán elegir únicamente a campeones del mundo") y si en ocasiones precedentes (en 2010, sin ir más lejos, año en el que España conquistó el Mundial) el premio no se lo hubieran regalado a un futbolista argentino que milita en el Barça. 2014, como dice el propio Toni kroos, ha sido el mejor año de este extraordinario futbolista y merecería sin duda estar entre los tres candidatos. Si sigue así, jugando como los ángeles de Pomeriana, lo ganará algún día. Aún me froto los ojos porque el Bayern le dejara marchar. Hasta los árboles tendrían que haberse quemado en Múnich para evitar su salida pero afortunadamente agotaron todas las existencias de madera tratando de eliminar al Madrid en semifinales.