Un punto sobre una i: Ni pondré ni quitaré una coma a lo expuesto por Vicente del Bosque: "El criterio más objetivo de los goleadores son sus goles". Así es. La respuesta del seleccionador llegaba a propósito de una pregunta sobre el valencianista Soldado, que está en racha y amenaza con echar abajo a base de hat tricks la puerta del despacho del jefe del equipo español. Como interpreto que no será ése un criterio hecho a la medida exclusiva de Roberto sino extensible también al resto de futbolistas seleccionables, deduzco que Del Bosque tendrá que tener en cuenta a un delantero del Schalke 04 que en su día llegó a vestir en más de cien ocasiones la camiseta internacional, no sé si recuerdan... Si al final Del Bosque optara por aplicar subjetivamente lo que él mismo acaba de reconocer que es el criterio objetivo por antonomasia, la credibilidad del seleccionador nacional quedaría en este asunto concreto a la altura de la del biógrafo de Kim Jong II, que afirmaba sin inmutarse que el sátrapa comunista no tenía las necesidades humanas corrientes y molientes y, por lo tanto, hacía años que no defecaba; no lo hagamos nosotros tampoco sobre la inteligencia de la gente.
Otro punto sobre otra i: No sé a ustedes pero a mí Dani Alves me recuerda mucho al Salieri envidiosilllo e incapaz de disfrutar de su propio genio, que también lo tenía, de la película de Milos Forman. Si había alguna esperanza de que el brasileño pudiera cumplir su sueño insatisfecho de fichar algún día por el Real Madrid, lo cierto y verdad es que sus contínuas referencias a la casa blanca merengue lo están complicando todo mucho. Alves, que es un fenomenal jugador, no me parece ni de largo el más despierto de la plantilla culé, y eso siendo políticamente correcto. Pep Guardiola, que para algo es el presidente del Barcelona, haría bien en llamar a capítulo a su vicepresidente oyente Sandro Rosell para que éste a su vez le pusiera al brasileño una enorme señal de STOP y desviarle así hacia la buena dirección, que no es otra que la que marcan los aforismos de Rabindranath Tagore, el gurú del amor. Yo, para no ser menos, iré hoy en el sentido de las agujas del reloj de Santpedor y le diré a Alves aquello tan bonito que repetía el poeta bengalí: "Sé como el sándalo que perfuma el hacha del leñador que le hiere"... pero sin pasarse.