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El penúltimo raulista vivo

¿Qué ha hecho Guardiola con mi Bayern?

Me imagino la cara de perplejidad de Uli Hoeness, quien por cierto acaba de estrenar nuevo régimen penitenciario y ahora sólo tiene que dormir en la cárcel de Landsberg am Lech, en la que cumple condena por evasión de impuestos, al escuchar tras los barrotes de su celda las respuestas del entrenador del Bayern de Múnich, a quien él trajo después de poner de patitas en la calle a Jupp Heynckes, que acababa de ganar Champions, Bundesliga y Copa, diciendo eso de que él nunca pensó en la remontada ante el Barça. Si Pep Guardiola, que era el técnico del equipo rival, no pensó en la remontada "en ningún momento", ¿quién lo hizo? ¿Y en qué pensó entoces Pep durante el partido? ¿En la independencia de Cataluña? ¿En la cría y explotación del caracol? ¿En la regata Oxford-Cambridge? ¿En qué?...

¿Dónde está mi Bayern? ¿Qué han hecho con él? ¿Dónde está el temible equipo bávaro que engullía jarras y más jarras de cerveza mientras reía a carcajadas, comía chucrut y salchichas y amenazaba a los rivales con las peores plagas de la tierra si se les ocurría visitar Múnich?... En dos años el Bayern no sólo parece haber renunciado a su tradicional estilo de juego de aplastamiento, el que le convirtió en uno de los tres grandes de Europa junto a Real Madrid y Milan, sino que incluso en sus declaraciones parece un equipo amanerado y flojeras, muy blandito. No hace tanto tiempo que Salihamidzic advertía al equipo blanco que se iba a "cagar en los pantalones", ahora Müller dice que está "on fire"... ¿"On fire"? ¿Qué es eso de "on fire"? ¿Dónde quedó el carismático subanestrujenbajen de toda la vida? ¿Qué ha hecho Guardiola con mi Bayern?... Que me lo devuelva.

Y para arreglarlo, Guardiola, que según confesión propia no estaba pensando durante el partido en la remontada sino en sus cosas, dice lo siguiente dirigiéndose al Barça: "Que no hagan el pardillo y ganen la quinta Champions". Sinceramente, si yo fuera directivo, jugador o seguidor del Bayern albergaría una duda razonable acerca de las verdaderas intenciones de mi entrenador durante estas semifinales. La impresión que un analista imparcial y objetivo como yo podría extraer de las actitudes y palabras de Pep Guardiola es que el entrenador independentista catalán no tenía el corazón partido, no, sino que todo, desde la arteria carótida hasta la válvula mitral pasando por el tronco pulmonar, la vena cava superior, el tronco braquiocefálico y la válvula tricúspide siguen impulsando sangre culé por todo su cuerpo. Si yo fuera un malpensado, que por supuesto no es el caso, pensaría que, puesto que resulta imposible hacerlo en el Real Madrid, Guardiola llegó al Bayern con la única misión de destruirle desde dentro, un caballo de Troya que se mueve al ritmo del Viatge a Ítaca de Lluis Llach. Vamos, el espía que vino de Sampedor.

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