Digo yo que o bien los recursos del fútbol (regate, túnel, sombrero, taconazo y lo que surja) son siempre una humillación o, por el contrario, no lo son nunca. Con esto quiero decir que no puede ser que el preciosismo de los jugadores del Barcelona constituya la expresión más descarnada del nuevo arte del siglo XXI y el preciosismo de los jugadores del Real Madrid sea la provocación de un grupo de macarras. Nadie verá a la afición merengue ir llorando por las cantinas porque entre Xavi, Iniesta, Messi y Pedrito volvieron literalmente locos a sus futbolistas, nadie; que nadie venga tampoco después con el cuento de que Cristiano, Özil, Marcelo o Di María son unos maleducados por hacer lo mismo; a eso, amigos míos, se le llama cinismo, y la prensa deportiva española anda sobrada de ello.
Por lo demás, el partido que jugaron los del Barcelona, observaron de lejos los del Madrid y arbitraron entre Iturralde y Pujol fue decepcionante porque se esperaba más del equipo de Mourinho, pero, y ahí coincido con el portugués, no tuvo más historia desde que llegó el segundo gol azulgrana en el minuto 18. No he leído la prensa pero seguro que iré contracorriente, y me encanta, si digo lo que pienso, y más tras un 5-0: pienso que este Real Madrid puede ganar a este Barcelona, pero haciendo gala de las virtudes que le han convertido en el potente equipo que, pese al pesimismo que denoto en el blog, sigue siendo: orden, solidaridad, generosidad, tensión... Todas ellas se quedaron en el minibar del hotel junto a los snacks y las botellitas de J.B. Y así (desordenados, insolidarios, tacaños y relajados) sí que no se le puede ganar ni a este Barcelona ni al de Romario o Ronaldinho.
Rosell, que ya está haciendo méritos para su Solidaridad de 2014, recibió a Florentino con estas palabras: "Bienvenido a mi país": ayer, por lo tanto, perdió el equipo español. Hoy, 30 de noviembre de 2010, me sigue encantando Cristiano y sigo sin creerme a Guardiola; me sigue encantando Cristiano porque visita el Nou Camp como si fuera Vietnam, con la escopeta recortada en la derecha y el bazooka en la izquierda. El resultado no es en absoluto achacable a Iturralde y Pujol, aunque debieron pitar penalti en la acción de Valdés sobre Cristiano, el primer gol de Villa llegó precedido de un fuera de juego y Pepe y Ramos, que al final perdió el oremus y sí fue expulsado, debieron irse mucho antes del campo. Hoy más que nunca creo en Mourinho. Seguro que el "periodismo lewinsky" va a volver a quedar retratado a lo largo de los próximos días. Por cierto, que no se me olvide: felicidades a los culés porque tienen un auténtico equipazo. Nobleza obliga aunque sea en el renglón final.