Pues sí, a mí las declaraciones de Casillas especulando con su continuidad en el club justo a raíz de su suplencia en Liga siempre me han parecido un ultimátum mientras que las de Diego López de ayer ("tanto Iker como yo lo queremos jugar todo") me han parecido un paso al frente del gallego. Es fácil: Diego no ha abierto jamás el melón de su continuidad en el Real Madrid porque Ancelotti haya decidido no alinearle en Champions, y López, que yo sepa, es tan jugador profesional de fútbol como Iker y, como él, entrena y se esfuerza a diario para ocupar la portería merengue. A Diego nunca le han preguntado qué le parece ser suplente en la competición europea porque el periodismo siempre ha dado interesadamente por hecho que Iker debía ser el titular mientras que López había fichado por el Madrid para ser el suplente. Vamos, como todos desde hace... ¿cuánto? ¿diez años?
Casillas sí ha deslizado varias veces la idea de que si continúa siendo suplente en Liga podría agarrar el petate e irse. Y si no lo ha hecho el propio Iker, que ya digo que sí lo ha hecho, al primer capitán del Madrid le han relevado sus potentísimos altavoces mediáticos. Pareciera como si de la alternancia entre porteros el gran beneficiado fuera López, que ni se queja ni tiene tampoco a los medios de comunicación de su lado, de ahí que nadie le pregunte si está contento o no lo está siendo suplente en Champions. Sobre el ambiente siempre ha flotado la siguiente idea: "¿Cómo se va a quejar López si está jugando en Liga de prestado?"... A quien hay que preguntarle que hará si continúa esta injustísima decisión es a Iker, que para algo ha ganado un Mundial, dos Eurocopas, Ligas y Champions. ¿Al otro?... Al otro que le den.
Pues "el otro" ha aceptado el reto y ha dado un significativo paso al frente declarando públicamente que él, como Iker, también entrena para jugarlo absolutamente todo. Una cosa es que el periodismo, como ya sucediera en su día con César, trate a Diego López como si fuera un ciudadano de segunda, y otra bien distinta es que Diego se considere a sí mismo el suplente de Casillas. A Adán, por poner un ejemplo reciente, le pudo la presión y está claro que asumió para sus adentros que le estaba robando la cartera al mítico Casillas. No es el caso de Diego, invisible para la mayoría de medios de comunicación, ninguneado por los poderes fácticos pero presente a través de sus magníficas paradas. López ha roto el cascarón y del pollito silencioso que un día fue ha pasado a convertirse hoy en un gallo de pelea. ¡Quiquiriquí!...