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El penúltimo raulista vivo

Desmontando (otra vez) a Neymar

El Barça le ha dado a oler una camiseta sudada de Neymar al periobarcelonismo y se ha iniciado la cacería. Es, clarísimamente, un Código Rojo encaminado a desacreditar de nuevo al chaval, y digo "de nuevo" porque recuerdo que a Neymar ya le llamaron de todo cuando estuvo a puntito de fichar por el Real Madrid. Del grado de indignidad que alcancen sus diatribas, que irán in crescendo a medida que se acerque la hora del adiós y que arreciarán más fuerte si cabe cuando el jugador estampe su firma en el contrato con el PSG, iremos teniendo noticias en el futuro. El periobarcelonismo ha recibido la orden de desmontar, pieza a pieza, el prestigio de Neymar y lo menos que dirán de él es que es un pesetero, que lo es ciertamente.

Pero el Código Rojo de desprestigio contra Neymar va a contar con el obstáculo de haber sido patrocinado por la junta directiva culé con menos prestigio de los últimos 30 años, y eso es mucho decir si tenemos en cuenta que por ahí han pasado un forofo irredento, un independentista con aires de grandeza, un ex presidiario y un preso. En cuanto el portavoz culé dijo que Neymar iba a seguir en el Barça "al 200 por ciento" tuve claro que se iría. Cuando mi compañero Marcelo Bechler nos dijo en El Primer Palo que él estaba seguro "al 400 por ciento" de que Neymar estaba haciendo las maletas no tuve dudas y supe que no habría marcha atrás. Y cuando aquí algún maestro Ciruela de periodismo certificó que Neymar se quedaba porque Piqué lo había dicho vía Twitter le vi en un flash con la camiseta del PSG.

A Bartomeu se le escapa Neymar por lo mismo que el chico eligió vestir de azulgrana en vez de blanco, por la pasta. Su contratación no le ha traído más que quebradedos de cabeza al equipo catalán y alguna alegría sobre el campo. Como Maradona, Schuster, Ronaldo o Figo, el Barça ha sido incapaz de retener a una de sus estrellas y eso es porque a los cracks hay que atarlos en corto y debe quedarles claro en todo momento quién manda. Del Madrid se fueron Robinho, Özil, Robben o Di María y, al día siguiente de su marcha, volvió a salir el sol. Esta y las otras directivas culés tienen, sin embargo, una idea distinta: en el club mandan los futbolistas y, en este momento, manda Leo Messi. Estuvo mal darle a Senior todos los caprichos con tal de que el encarcelado Rosell quedara como más listo que Florentino Pérez. Hoy los Neymar pagan al Barça con la misma moneda, nunca mejor dicho, y hay que desmontar rápidamente al jugador después de haberlo montado, y todo con tal de que Barto no quede otra vez como el tonto de la película.

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