Comparados con otros colegas de profesión, los periodistas deportivos españoles somos unos auténticos santos, unos perfectos benditos, unas hermanitas de la caridad de Santa Ana. En Brasil, por ejemplo, si es necesario se suben a la mesa del seleccionador y le increpan a grito pelado sobre por qué ha llevado a este jugador y no a aquel otro. En Italia ni les cuento. O en Argentina. O en Inglaterra. Creo recordar que fue con Glenn Hoddle como seleccionador inglés, o a lo mejor fue con Eriksson, cuando al director de un conocido tabloide no se le ocurrió mejor cosa que ocupar toda su portada con una enorme portería y un gran balón; el titular era el siguiente: "Esto es una portería y esto otro es un balón; el fútbol consiste en meter el balón dentro de la portería".
Nunca ha sido fácil el puesto de seleccionador nacional de fútbol, ni es tampoco lo que uno pretende (una vida fácil) cuando acepta un cargo de esa importancia. Es posible que el seleccionador nacional de Mauricio tenga una vida tranquila, o el de Antigua y Barbuda, o el de Suazilandia. No veo yo al presidente de la federación de fútbol de Yibuti exigiéndole a su seleccionador que alcance los cuartos de final del Mundial, ni a la prensa deportiva de Papúa Nueva Guinea pidiéndole al entrenador que su equipo juegue bien al fútbol. Pero en España, donde el fútbol es indiscutiblemente el deporte rey, sí es difícil ser seleccionador nacional. Luis lo sabía cuando aceptó el puesto.
El proyecto del señor Luis Aragonés lleva agonizando desde el Mundial de Alemania y en Oviedo lo que ha hecho ha sido simplemente desintegrarse, ha desaparecido, ha hecho "¡bluf!". Me parece que, llegados a este punto, tiene más bien poca importancia, aunque sea significativo del ambiente que se respira ahí adentro, que Luis atienda o deje de atender a la prensa y que viaje en un avión con el resto de la expedición, en un barco con el capitán Stubing de Vacaciones en el Mar o en el coche de San Fernando, un ratito a pie y otro andando. Lo único relevante, puesto que Luis piensa morir matando y no se irá por su propio pie, es conocer qué hará Villar, si cesarle antes o después de la próxima Eurocopa.