Decía Robert Louis Stevenson que él odiaba el cinismo más que al mismísimo diablo... y añadía: "A menos que ambos sean la misma cosa". Les presento a un cínico. Se llama Josep y se apellida Vives. Es directivo y portavoz de la junta directiva del Fútbol Club Barcelona, probablemente el club deportivo más cínico del mundo. Y, a propósito del nombramiento del supremacista Quim Torra, se ha felicitado por su nombramiento y ha dicho estar convencido de que, con él, llegará el "diálogo". Porque hay que dialogar, dialogar mucho. Sentémonos todos a dialogar, aunque Torra sea tan dialogante como Otegi es un hombre de paz. ¿Diálogo?... Mira, Vives: el 19 de diciembre de 2012, el nuevo y dialogante presidente de la Generalitat escribía esto: "Ahora miras a tu país y vuelves a ver hablar a las bestias. Pero son de otro tipo. Carroñeros, víboras, hienas. Bestias con forma humana que destilan odio. Están aquí, entre nosotros. Les repugna cualquier expresión de catalanidad. Es una fobia enfermiza. Hay algo freudiano en estas bestias. O un pequeño bache en su ADN".
No pienso aburrir a los lectores con el resto de artículos de Torra, unos contra el PSC, otros dirigidos contra la ex delegada del Gobierno en Cataluña, otros directamente contra los inmigrantes que han ayudado a hacer grande a Cataluña, todos profundamente supremacistas, racistas, xenófobos... y en absoluto dialogantes, Josep Vives. Cero dialogantes, de hecho. Otro ejemplo del diálogo que cabe esperar del nuevo presidente de la Generalitat, que en realidad es el viejo, que está huído de la Justicia en Alemania, es la toma de sus primeras decisiones, todas encaminadas al diálogo. Por ejemplo su intención de dialogar nombrando consejeros a compañeros suyos de partido que se encuentran actualmente en prisión; o ese rumor, cada vez más insistente, de que piensa dialogar eligiendo de nuevo como director de los Mossos d'Esquadra a José Luis Trapero, que está imputado por un delito de sedición. Si la directiva del Barça cree sinceramente que Torra es un ejemplo de diálogo, ahora comprendo que crea también que Neymar costó 57,1 millones de euros.
Así las cosas, yo no entiendo sinceramente cómo alguien que quiera a España pueda sentir apego por el Barça o sentirse representado por él. Entiendo que un independentista quiera al Barça, que alguien que pretenda hacer añicos España defienda al Barça, pero no puedo comprender cómo alguien que se sienta catalán y español no haya arrojado hace tiempo la toalla, y mucho menos puedo entender con qué argumentos alguien nacido en Parderrubias, en la provincia de Pontevedra, o en Ajo, en Cantabria, o en Mazarrón, Murcia, puede decir en serio, sin despeinarse y con un mínimo de rigor que es culé. El Barça, queridos, no os quiere. El Barça os echa. Este Barça no os necesita. El Barça os considera prescindibles. Entre vosotros y la ruptura de España, el Barça de Bartomeu ha elegido, y ha escogido a su hombre de paz, Quim Torra. El Barça no tiene el menor interés en representaros, ni vosotros representáis ya al Barça. Sois, amigos culés que queréis a España, unos desheredados futbolísticos.
Por cierto que en Esta España del 1,55, y tras el Gran Premio de España celebrado en Montmeló, se produjo otra muestra más del diálogo que uno puede esperar de los protagonistas de la revolución de la sonrisa. En todos los grandes premios de Fórmula Uno suena el himno nacional del país que lo acoge... salvo en el Gran Premio de España: aquí, ante la incomodidad de nuestros dos pilotos, uno asturiano y otro madrileño, sonó la versión corta del himno nacional español y la larga de Els Segadors, que nadie se explica qué pintaba ahí. Pero, a diferencia de la Roja o de la pareja de frikis que eligió Radio Televisión Española para representarnos, con indudable éxito, todo sea dicho de paso, en Eurovisión, a mí Alonso y Sainz sí me representan. Y me representan porque, lejos de sentir verguenza, lejos de acobardarse, lejos de huir, agarraron la bandera de su país, que es España, y la exhibieron con orgullo ante los nuevos dialogantes de Vives. Tenía razón Robert Louis Stevenson, el cinismo y el diablo son la misma cosa, y la cobardía es una de sus hijas. La cobardía que no tuvieron ni Fernando Alonso ni Carlos Sainz que, esta vez sí, puedo decir alto y claro que a mí me representan.