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El penúltimo raulista vivo

Desde el Año de Nuestro Señor de 1902

Supongo que muchos de ustedes se estarán preguntando a estas horas de la mañana qué derecho tiene el Real Madrid a quejarse de los árbitros. Pues es, coma arriba y punto abajo, exactamente el mismo derecho que tiene el Barcelona a quejarse del césped... y también de los árbitros, por supuesto. Aquí hay dos debates paralelos: uno, que no se va a poder conquistar de la noche a la mañana, es el de la doble vara de medir que ciertos petimetres aplican a uno y otro club; es lo que, muy gráficamente, hace tiempo que definió Mourinho como la famosa "prostitución intelectual"; y el otro es el debate puramente futbolístico en el que ahora entraré. Me encanta oír y leer a estos auténticos pisaverdes, estos tiralevitas full time, hablando de quién mancha el fútbol y por qué lo hace. Que les pregunten a Montal, Núñez, Gaspart y compañía quién lleva medio siglo manchando el fútbol. Porque, a ojo de buen cubero, he calculado que para igualar las tropelías verbales que han llegado desde la ciudad condal acerca de la corrupción de la Liga, incluyendo robos y beneficios franquistas, el Real Madrid debería estar quejándose de los árbitros más o menos hasta el año 2.060.

Ya digo que ese es el otro debate, el debate extradeportivo. Y repito que el Real Madrid lo tiene perdido (somos tres los que decimos esto, y algunos ya están de retirada "porsiaca") y por goleada. Hace tiempo que se abolieron los "privilegios graciosos" y que el club blanco optó, yo creo que con buen criterio, por incorporarse tardíamente a este mundillo de las quejas y los reproches que tan bien conocen y con tanto arte dominan históricamente en el Fútbol Club Barcelona: supongo que si Guardiola se queja del césped, del sistema de juego empleado por los rivales y de los árbitros, Mourinho podrá hacerlo sólo de los colegiados, ¿no?... Vayamos con el debate futbolístico. Yo creo que al equipo de Mourinho no se le puede poner ni un "pero" al partido de ayer; tuvo enfrente un gran Valencia y, sobre todo, un Guaita enorme, descomunal. Nadie contaba con que el Real Madrid estuviera disparado a diez puntos del Barcelona hace mes y medio y, en aras justamente de esa diferencia que se antojaba insuperable, tampoco con que la distancia hubiera quedado recortada a los cuatro puntos actuales cuando casi arranca el mes de abril.

Ahí van mis cuentas, que, por otro lado, son sencillitas: si el Real Madrid quiere ganar esta Liga va a tener que sumar al menos 97 puntos porque el Barcelona ha olido la sangre, está adquiriendo velocidad, ha visto titubear a su rival y no creo que suelte la pieza ahora que le tiene tan cerca. De repente, el partido del Nou Camp empieza a tornarse decisivo y eso era algo con lo que no contaban en la casa blanca. Si el Madrid gana todos y cada uno de sus partidos, dejando a un lado el de Barcelona, no habrá problemas; pero esa es una misión complicadísima, algo para lo que probablemente no estaban preparados estos jugadores que ya se veían celebrando el título en La Cibeles. Sigo viendo favorito, pero menos, al Real Madrid. Continúa dependiendo de él mismo aunque ya haya dipalidado sus rentas. Todo el mundo pensaba que el estadio Santiago Bernabéu sería un fortín y no ha sido así, y eso que el césped del que tanto se queja Guardiola estaba en unas condiciones inmejorables. Hay Liga. Pero recuerden que lo que no mata al Real Madrid le hace más fuerte... Lleva siendo así desde el año de Nuestro Señor de 1902.

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