Vicente del Bosque es un empleado de la federación española de fútbol. Y le está inmensamente agradecido a Ángel Villar, que al fin y al cabo lleva en su puesto sólo nueve años menos que Teodoro Obiang en el suyo. Sin embargo el ecuatoguineano es ocho años mayor que el vasco, de modo que es posible que dentro de otros veinte años Villar siga en su cargo y Obiang esté criando malvas. Cuando Florentino Pérez decidió no renovarle el contrato a Del Bosque éste cayó en un profundo bache profesional con experiencias psicodélicas tanto en el Besiktas como en el Cádiz, y en 2008, debido a una auténtica carambola que obligó a Villar a buscarle sustituto a Luis, que venía de ganar la Eurocopa, el presidente de la federación repescó a Del Bosque.
Del Bosque, pues, es un hombre agradecido que no quiere morder la mano que le da de comer. Pero entre el agradecimiento y el sometimiento, entre la fidelidad y la anulación de la propia personalidad, entre el cariño y la dependencia debe haber un término medio. Gracias a sus éxitos con la selección española Vicente del Bosque González es hoy una de las caras más conocidas y amables de nuestro país y ha sido incluso nombrado marqués por el Rey Juan Carlos I. Insisto en que cuando casi nadie creía en él (yo también estaba por aquel entonces en el bando minoritario, como ahora) Villar le apoyó contra viento y marea y ahora acaba de anunciarse que seguirá como seleccionador hasta 2016, pero Del Bosque no puede tomarnos por idiotas cuando, preguntado por el amistoso ante Guinea, responde con frases tan huecas como "nosotros sólo somos futbolistas" o "últimamente siempre hay algo que nos impide disfrutar de esta selección".
Si Del Bosque no está en Malabo en representación del Reino de España sino de la federación española de fútbol, que lo diga. Pero hasta un niño de diez años es capaz de ver la inoportunidad del lugar escogido para disputar un partido por dinero, un encuentro que ni sirve para preparación del Mundial ni para nada y del que probablemente saque rédito publicitario el régimen dictatorial de Obiang, Del Bosque ha dado un salto cualitativo en sus manifestaciones pasando de lo políticamente correcto a lo políticamente estúpido. Que Vicente haga como su jefe y se limite a no responder a las preguntas de la prensa pero que no lo empeore. Desafortunadamente Del Bosque se ha convertido en la voz de su amo y, aunque yo entiendo perfectamente que él quiera darle una larga cambiada a la verdad para seguir entrenando a España, él debe comprender que haya quien se lleve las manos a la cabeza con el lugar escogido por Villar para disputar un amistoso. Vicente podrá ser "sólo un futbolista", los demás no nos podemos permitir ese lujo.