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El penúltimo raulista vivo

Déjà vu

Contaba con su acidez habitual el magistral Fernando Fernán Gómez que a él no le servía de nada que un crítico de cine le explicara cómo se debía interpretar correctamente el papel de un militar retirado una vez estrenada la película sino antes de hacerla. Con el periodismo deportivo español sucede lo mismo. Nos hemos tirado dos semanas pidiéndole a Mourinho que por nada del mundo se le ocurriera sacrificar el talento de Özil y que jugara de tú a tú al todopoderoso Barcelona, que aquel sistema era la clave del éxito del equipo blanco, pero después de un 1-3 el culpable fue Özil y la no inclusión en el once titular... ¡De Sami Khedira!... Había más gente esperando para pasarle factura a Mourinho que en la administración de lotería de Doña Manolita; ayer fue un buen día para ellos: felicidades.

Es cierto que el Real Madrid no estuvo, no fue ni de lejos el equipo de la final de Copa o de la Supercopa; ni siquiera fue el equipo de la Champions. Tuve, supongo que como le sucedió a un montón de aficionados, una angustiosa sensación de déjà vu, la impresión de que aquel partido ya lo habían visto mis ojos más veces, y ni siquiera con el tempranero gol de Benzema, que fue de largo el mejor del equipo blanco, estuve tranquilo; menos aún cuando Cristiano, con Di María a su derecha esperando recibir el balón más solo que la una, desaprovechó una oportunidad pintiparada para hacer el segundo. No fue desde luego la noche del portugués, como no fue la noche de casi nadie que llevara la camiseta blanca; el Barcelona jugó mejor y ganó, no hay excusas posibles.

Hay quien, aprovechando que el Pisuerga pasa por el Valladolid, se dispone a tirar al plato portugués arrimando el ascua a su sardina, que ya estaba empezando a ponerse triste y azul como el gato de la canción de Roberto Carlos. Todo vale para acabar con el lobby luso, ese grupo maléfico cuyo auténtico muñidor no es Mourinho sino el representante de jugadores Jorge Mendes. Florentino Pérez ha caído en las redes de esta gente como la embarazada Rosemary Woodhouse lo hizo en las de lo seguidores de Satanás en La semilla del diablo. Pero es más sencillo que todo eso: el Madrid, que ha dado otro decidido pasito hacia adelante, no tiene suficiente aún para derrotar al Barcelona en sus enfrentamientos directos. Pero, y ahí está la lectura positiva, la Liga no se gana o se pierde en dos partidos sino a lo largo de treinta y ocho, y si el Real gana o empata ante el Sevilla seguirá siendo líder de Primera División.

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