Efectivamente, tal y como se esforzaba en relatarnos El Mundo Deportivo (supongo, aunque no lo sé a ciencia cierta, que en eso no serán nada originales y que compartirán el bufete de abogados defensores con el diario Sport) en uno de sus artículos de la semana pasada, el acuerdo del Barcelona con Qatar Foundation impacta". Y vaya que si impacta; lo hace tanto por los ingresos que va a recibir el club catalán como por el patrocinador que será anunciado a partir de ahora en las camisetas azulgrana; y no es tampoco menos sorprendente (o impactante, como ustedes quieran) el giro copernicano que ha dado el club en este sentido puesto que de perder dinero, o dejar de ingresarlo que para el caso viene a ser lo mismo, con la marca Unicef, que es una asociación que lucha por los derechos de la infancia, el desarrollo, la alimentación y la salud, pasa a convertirse en la imagen de Qatar, un país en el que rige la sharía, con todo lo que eso conlleva.
El establishment periodístico culé se está dejando la piel sobre el terreno de juego dando la cara por un acuerdo legítimo pero que representa, como decía antes, un giro radical con respecto a lo anterior. Tampoco es cierto que Laporta se arrojara en brazos de Unicef por un espíritu altruista sino por pura necesidad; naturalmente que él también habría querido "manchar", como dice Cruyff, la camiseta, y de hecho lo intentó hasta con diez empresas distintas y en defensa de aquella decisión, ratificada por los socios compromisarios en agosto de 2003, se alegaron exactamente los mismos motivos que ahora esgrime Rosell, aunque en su caso el damnificado fuera Gaspart, su antecesor en el cargo. En vista de que ninguna de aquellas negociaciones llegó a buen puerto se vendió la idea de que el Barcelona era un club que también tenía un modelo que funcionaba fuera del terreno de juego: más falso que el beso de Judas.
Pero regresemos al principio. El acuerdo con Qatar Foundation, defendido como decía a capa y espada por los dos periódicos deportivos catalanes y, como no podía ser menos, por el presidente Rosell, su junta directiva, jugadores y entrenadores, es y será impactante en el futuro y promete darnos un inesperado juego. El otro día, por ejemplo, Blatter dijo que gays y lesbianas deberían abstenerse de mantener relaciones sexuales durante el Mundial de 2022, aunque luego matizó que la FIFA no consentiría ningún tipo de discriminación. Impactante es la primera palabra que me viene a la cabeza: FIFA defiende la entrega (porque fue puro entreguismo) del Mundial a Quatar con las mismas o parecidas razones con las que el COI justificó el que se concediera unos Juegos a Pekín. Iban a cambiar mucho las cosas, muchísimo en realidad, que se lo pregunten si no a Liu Xiaobo cuando le dejen salir su media horita diaria a darse el paseo por el patio de la cárcel. Pero "la pela es la pela" y suelen decir eso de que la mancha de mora con otra mora se quita.