La cosa va de Javieres. Estoy de acuerdo con Javier Sardá y no lo estoy con Javier Trías. Acerca de las declaraciones del nuevo alcalde de Barcelona afirmando que ser del Espanyol o del Real Madrid es una desgracia, el creador del engendro televisivo llamado Crónicas Marcianas (y Bradbury, el pobre, sin poder defenderse) ha dicho lo siguiente: "Si piensa así, tiene derecho a decirlo". Y es cierto. Yo, que pienso que muchos de los programas que él dirigió en el pasado eran una auténtica basura, una bazofia intelectual, una verdadera mierda pinchada en un palo, lo he dicho en la radio más de una vez y creo que también lo he puesto por escrito en alguna ocasión. ¿Por qué?... Muy sencillo: porque lo pienso realmente y, si lo pienso, tal y como dice Sardá, tengo derecho a decirlo. Como Trías en el caso del Espanyol y del Madrid.

Desde luego que el debut del nuevo alcalde (lleva tres días) no ha podido ser más espectacular. Luego de decir que es una desgracia que te toque un yerno del Espanyol o del Madrid, Trías se ha lanzado rápidamente a pedir perdón por si sus palabras han podido ofender a alguien. Pero, ¿cuál es el problema?... En la línea de Sardá, el de los programas vomitivos, vengo aquí a defender con armas y bagajes que si él piensa verdaderamente eso, tiene todo el derecho del mundo a poder decirlo. Como yo, por ejemplo, tengo también derecho a decir que es una desgracia que un jugador del Fútbol Club Barcelona compare un atentado de ETA que costó la vida a dos personas con un salto de altura y que absolutamente nadie, ni en el club ni en ningún otro organismo público catalán, le parara los pies o le dijera algo.

Viva la libertad de expresión. Trías puede decir que ser del Espanyol es una desgracia, y yo puedo decir que es una desgracia que un director general culé diga que los españoles somos unos chorizos por el simple hecho de ser españoles sin que nadie, ni en el club ni en ningún otro organismo público catalán, se lleve las manos a la cabeza o repruebe esas palabras. Trías puede decir que ser del Real Madrid es una desgracia, y yo tengo derecho a decir que, con actitudes y declaraciones como las anteriores, el éxito barcelonista en Europa no puede ser tenido en modo alguno como un éxito del deporte español. La ventaja que yo tengo sobre el alcalde de Barcelona es que no tengo la necesidad de mendigar tres votos y puedo decir lo que pienso y luego mantenerlo. Dormimos con el enemigo, lo que pasa es que los pericos lo tienen más cerca.