Nos hemos tirado el último mes dándole pábulo al asunto del pasillo, que si le tocaba al Barça, que si no le tocaba, que si lo harían o lo dejarían de hacer, que si serían unos caballeros o se comportarían como unos auténticos cuatreros, que si los jugadores del Madrid preferían ganar la Liga ante Osasuna para que Eto'o y compañía les rindieran pleitesía a los campeones, y ahora parece que estemos destinados a debatir sobre si la Liga fue un regalo. ¿Ustedes ven que alguien regale algo? Si acaso, los hijos a las madres el primer domingo del mes de mayo, pero ¿el resto?... El lunes me llegó a casa una carta; en ella se me informaba de que, efectuado un sorteo en el que desconocía haber participado y después de la confirmación del señor notario allí presente, me habían tocado doscientos mil euros que debía ir a recoger lo más pronto posible, ya mismo, ayer a poder ser. La tiré a la basura. Nadie regala nada.
La Liga no ha sido en absoluto un regalo, no ha sido un descuido ni tampoco se la dejó olvidada en un taxi Joan Laporta. Estaría por asegurar que, de haber podido, se la habrían llevado a Barcelona en puente aéreo. De la Liga podrá decirse, con bastante razón por cierto, que ha sido realmente mediocre, muy mala, una de las peores de la última década en cuanto a su calidad futbolística se refiere, pero no que haya sido un obsequio de los admiradores del equipo merengue. Suficiente tiene el Real Madrid con preocuparse de su propia excelencia como para ocuparse de la del resto. El equipo de Schuster ha ganado el campeonato con una suficiencia aplastante; tanta ventaja han adquirido los madridistas con respecto a sus perseguidores que al final la única emoción, por llamarle algo, ha estado en esos últimos cinco minutos jugados sólo con diez, y a veces con nueve, a sangre y fuego en el territorio comanche del Osasuna de Pamplona, un campo tradicionalmente hostil para los blancos.
Pero la superioridad del Madrid no ha sido fruto de la generosidad de sus rivales sino de su ineptitud e incapacidad para animar el campeonato. Verguenza debería darles a los culés que el flamante campeón les saque 14 puntos. Viéndoles jugar anoche en el Reyno de Navarra tuve la sensación de que Schuster apremió a sus jugadores con la única finalidad de que Ramón Calderón no tuviera que gastarse otros doscientos mil euros del ala en el emparrillado montado por Gallardón en La Cibeles. Marcó Puñal el 1-0 en el minuto 82 y, justo a partir de ese preciso instante, los nueve jugadores de campo, que por momentos fueron ocho por la lesión de Heinze, se lanzaron como posesos hacia la portería osasunista; el pobre Ricardo, que ya suele ser un flan sin necesidad de que nadie le presione, no se había visto en otra desde que Alex Ferguson le arrojara una bota a la cara a David Beckham. Acabemos cuanto antes con el absurdo debate: la Liga no fue un regalo, del mismo modo que no lo fueron tampoco las treinta precedentes. De haberlo sido, Samuel Eto'o estaría aquí el miércoles como figurante y sin embargo se borró en el simulacro de partido contra el Valencia. No quiere el camerunés hacerle el pasillo a los merengues, eso se lo deja a Bojan, que por algo el chaval está empezando.