Mi gozo en un pozo. Lo que más me ha llamado la atención de la caótica, según algunos de sus asistentes, rueda de prensa ofrecida hoy por Robinho ha sido que ahora la haya tomado con Schuster, el último abogado defensor que le quedaba en el Real Madrid. Efectivamente, tal y como ha dicho el futbolista, el alemán no es su padre sino su jefe, y convendría que en algún momento determinado alguien les recordara tanto al jugador como al entrenador que ambos son empleados del club. Posiblemente la estrategia de Peter Kenyon, que es quien a buen seguro está detrás de todo, consista en hacerle ver al Madrid que el chico está lo suficientemente harto y desesperado como para atizarle sin complejos de ningún tipo a la única persona que todavía tenía depositada su confianza en él. A falta de nueve horas para el debut liguero de su actual equipo, los dirigentes del Chelsea deben pensar que ha llegado la hora de bailar un poquito de mambo. Y en esas estamos.
Ahora, confirmada por el jugador la ausencia de parentesco alguno con el entrenador, sólo falta por saber cómo reaccionará el propio Schuster cuando conozca de primera mano lo expuesto por su hijo frustrado. A Robinho le toca decir hoy que está moralmente hundido porque el Madrid quiso utilizarle a él, que ha revolucionado la historia del fútbol mundial, como moneda de cambio con Cristiano Ronaldo, pero cuando este mismo jugador, mucho antes de que se hablara del portugués y del presunto interés madridista por contratarle, entró en otro bache melancólico y depresivo, fue precisamente Schuster quien le defendió a capa y espada y quien logró recuperar para la causa al quincuagésimo noveno nuevo Pelé que sale de Brasil. Recuerdo como si hubiera sido ayer que Schuster insistía hasta la saciedad en que lo más importante era que Robinho fuera feliz. Cría cuervos...
El Real Madrid ha vuelto a remitir a Kenyon, que es quien manda de verdad, a la rescisión unilateral del contrato por parte del jugador; puede que eso no valga los 150 millones de euros estipulados en el contrato firmado por el brasileño falto de cariño en forma de billetes de quinientos euros, pero seguro que también supera con creces los 30 a los que como máximo llega el club inglés. La rueda de prensa de hoy sólo tenía un sentido por parte de Robinho y era dejarle bien claro a Schuster que se equivoca si piensa que no va a tener un problema, y bien gordo además, si insiste en su idea inicial de impedirle emigrar a la Premier League. En el fondo, Calderón y Mijatovic han metido en un laberinto sin salida a Schuster no trayéndole a nadie, ni a Ronaldo, ni a Milito, ni a Huntelaar, ni a Villa, ni a nadie, y entiendo que el alemán, que sabe que le van a exigir títulos, se agarre a Robinho como si se tratara de un clavo ardiendo, y eso es lo que ha sido precisamente. Schuster ha pasado de padre a padrastro en cuestión de segundos.