A Diego Armando Maradona le reciben emocionados en el Camp Nou, cual si de miembros culés de esa cosa tan imbécil que se llama Iglesia Maradoniana se tratara, más por lo que pudo ser que por lo que realmente acabó siendo porque, si echamos la vista atrás, nos daremos perfecta cuenta de que el mejor futbolista del mundo ilusionó más que colaboró prácticamente a agrandar la extraordinaria historia culé; lo contrario habría constituido un verdadero milagro puesto que Maradona debutó el 4 de septiembre de 1982 y disputó su último partido el 5 de mayo de 1984, veinte meses de los cuales cuatro hubo de pasarlos en la cama debido a una hepatitis y otros cuatro no pudo jugarlos porque Goicoechea le hizo trizas el tobillo. Si los números no me fallan, el argentino estuvo un año de tiempo escurrido jugando para el Barça y luego se marchó a triunfar al Nápoles porque José Luis Núñez no le supo tratar como lo que era: el galáctico entre los galácticos.
Desconozco si, acaso dentro de veinte o de treinta años, a algún idiota con tiempo libre le dará por fundar la Iglesia Messiana, pero lo que sí sé es que los actuales dirigentes del club no están dispuestos a repetir los mismos errores que en su día se cometieron con Maradona y que, aunque intenten revestirlo con un halo de cierta normalidad institucional, se dejan la piel cada día para demostrarle que él es distinto al resto, especial. Guardiola, que está demostrando ser un tipo listo y cauteloso, desmiente que Messi no quisiera entrenarse con el resto de compañeros tras la sustitución ante el Valencia y, ante el retraso navideño del argentino, no tiene tampoco ningún empacho a la hora de hablarnos de lo importante que es para Lionel su familia, como si el resto no la tuviera o no la quisiera, y echarle luego la culpa a la huelga encubierta de los controladores del aeropuerto de Madrid Barajas.
Maradona, por otro lado, le dice a Beguiristain que tiene que cuidar a Messi, y el director deportivo del Barcelona hace añicos en dos minutos el acuerdo alcanzado en su momento con la AFA para que el chico no jugara con Argentina los partidos amistosos. Está claro que el Barça tiene messidependencia dentro del terreno de juego, y no hay más que echarle un vistazo al partido disputado ayer mismo contra el Mallorca, y también fuera. Morajela: en el fútbol absolutamente todo el mundo es prescindible -entrenadores, directivos, periodistas, muchos jugadores...- salvo los futbolistas excepcionales, y Lionel Andrés Messi lo es. Y, a diferencia de lo que ocurrió hace un cuarto de siglo con Diego Maradona, que ha sido sin duda uno de los tres mejores futbolistas de toda la historia, los actuales dirigentes del Fútbol Club Barcelona lo saben. Supongo que, cuando hayan pasado veinte años, no querrán recibir a Leo embargados por la emoción de lo que pudo haber sido sino de lo que realmente acabó por ser, y para ello están dispuestos a pasar por el aro como, por otro lado, haría cualquier hijo de vecino.