Yo, al contrario que Rafa Martín Vázquez, no creo que haya pasado mucho tiempo desde que el Real Madrid perdió aquellas dos Ligas en Tenerife. En lo que a mí respecta, el gol de Estebaranz se produjo a las doce del mediodía del sábado 27 de febrero de 2010, el de Rocha en propia puerta a las doce y cuarto, y el de Pier a las doce y media. El día que Javier Pérez aceptó que José Luis Núñez le impusiera la insignia de oro y brillantes del Fútbol Club Barcelona en pago a los servicios prestados, el Tenerife se ganó de por vida un amigo muy poderoso y un enemigo más poderoso todavía. Paco Buyo dijo el otro día que en aquellos partidos hubo maletines... ¡Notición!... Para desvelar esa información no nos hacían falta ni el fenomenal portero gallego ni tampoco W. Mark Felt, el genunio garganta profunda del "Watergate". El Real Madrid tiene que salir a jugar motivado a todos los campos de España, y al Heliodoro Rodríguez López tiene que salir como si se jugara la final de la Champions. ¿Mucho tiempo?... A mí la "manita" me supo a poco, tenían que haber sido diez.
No es que no hubiera partido en Tenerife, no, lo que ocurre es que desgraciadamente no hay Liga. O, para ser exacto, hay cuatro: la Liga que juegan Barcelona y Real Madrid, la del Valencia y el Sevilla, la del amplio grupo que se pegará por lo que quede de Europa y mantendrá sin problemas la categoría y, por fin, la de los implicados en el descenso. Algo sí hay que agradecerle a José Luis Oltra y es que, pudiendo optar en la segunda parte por dormir el partido y no encajar más goles, murió con las botas puestas, quiso ser generoso y fiel a una idea e intentó jugarle al Madrid de tú a tú. Pero el Tenerife es de la Liga nº 4 mientras que el Real está en la Liga nº 1, y hay tanta diferencia entre uno y otro equipo que resulta muy difícil no caer en la tentación de pensar que esta relajación no le vendrá nada bien al Madrid cuando tenga que jugarse las lentejas en la Champions con el Olympique.
Tampoco me resultó posible no pensar en Celino Gracia Redondo cuando Ramírez Domínguez concedió el gol de Ayoze. Puro espejismo. Sí me parece significativo que el Barcelona pasara tantísimos apuros para vencer en su propia casa a un equipo de la Liga nº3. Y si eso me pareció significativo, ni les cuento cómo me quedé cuando supe que el pluscuamperfecto Pep Guardiola se dirigió a Rubinos Pérez del siguiente modo: "Mis futbolistas merecen otro trato". ¿Por qué habrían de merecer, según el entrenador culé, un trato distinto al del resto de jugadores españoles los futbolistas del Barcelona?... Porque ellos no hablan mal de los árbitros. Así que todo era una inmensa estafa, una farsa, un paripé; Guardiola no ordenó a sus jugadores que no hablaran de los colegiados porque él creyera de verdad que el arbitral era sólo otro componente más del juego sino porque buscaba un trato de favor por parte de Vitoriano y sus chicos. Nunca es uno lo suficientemente mayor como para caerse del guindo. Aunque el golpe hace daño.