Cuando llegó Mourinho al Real Madrid todo el mundo daba por hecho que el Barcelona ganaría de calle las siguientes diez Ligas, ocho Copas y cinco Champions. Y si Mou tuvo tantos problemas en España fue, entre otras cosas, porque el portugués osó discutir uno de los recientes mandamientos instaurados por el periodismo deportivo español: "el Barça ha sido, es y será el mejor equipo de todos los tiempos". Una cosa llevó a la otra y al final los rivales se apartaban de los jugadores azulgrana, ni se atrevían siquiera a mirarles, y la superioridad acabó siendo también moral y hasta estética. Cuántas idioteces hemos tenido que escuchar a lo largo de estos últimos años, ¿a que sí?... Los Messi, Xavi, Iniesta y compañía retozaban sobre el césped con absoluta libertad como si en vez de competir estuvieran disfrutando de un soleado domingo de picnic en la campiña. Mourinho, que lo que quiere es ganar y que, como ha declarado recientemente, no cree en los modelos, demostró que a aquel Barcelona se le podía derrotar jugando de otro modo: aquello fue su perdición.
Cristiano Ronaldo llegó un año antes que Mourinho y, a la situación general de la rivalidad existente entre Real Madrid y Barcelona, sumó la suya particular. Como el club azulgrana, Messi también había sido, era y sería en el futuro el mejor jugador de la historia. Y si Messi era mejor que Di Stéfano, Pelé y Maradona, ¿cómo podía pensar siquiera ni por un minuto Cristiano que él podía darle la vuelta a la situación?... Pero, como Mou, Cristiano, a quien insultaron personalmente y trataron de hacer la vida imposible oponiendo su prepotente figura a la angelical del humilde Leo, ha demostrado que ahora mismo es mejor futbolista que Messi, más decisivo para su equipo. Cristiano no se dejó intimidar por un ambiente hostil que al final degeneró en xenofobia pura y dura hacia todo lo que viniera desde Portugal.
Claro que existe la Cristianodependencia. Pero, y a las pruebas de lo sucedido en el último partido del Barça en Liga me remito, a la dependencia de Leo añaden en el club catalán la Messidictadura. Luis Enrique ha quedado definitivamente retratado después de lo sucedido en el partido contra el Eibar. El asturiano se atreve con Piqué, pone en su sitio a Xavi y le da una patada en el trasero a Deulofeu... pero cuando se trata de sustituir a Messi tan sólo unos minutos se convierte en el Botones Sacarino. Eso fue el sábado Luis Enrique, el botones de Messi, su empleado, el ayuda de cámara, un mero comparsa. Cuando Leo se canse de él le enseñará el camino de salida como hizo con Guardiola, Martino, Ibrahimovic o Villa. Es cuestión de tiempo y también de resultados pero, al final, Sacarino se irá y Messi seguirá aquí. Pero de esta dictadura no hablarán en TV3.