Parece bastante sensato pensar que, dentro de cincuenta o de cien años, cuando quienes todavía estén pululando por aquí decidan echarle un rápido vistazo al fútbol que se practicaba a principios del siglo XXI, acaben reduciéndolo todo al duelo que sostuvieron en su día Cristiano Ronaldo y Leo Messi, del mismo modo que quienes repasamos la historia del boxeo de la última mitad del siglo XX fijamos con detenimiento nuestra mirada en Muhammad Ali y Joe Frazier, los dos grandes pesos pesados por excelencia, difuminando a otros fantásticos boxeadores. Esa tendencia reduccionista es injusta pero inevitable, lo simplifica todo y discrimina los grises, que los hay, pero al final acaba imponiéndose por comodidad y porque es práctica. Y, además, allá, cuando sea que llegue el futuro, nuestros herederos no estarán mintiendo cuando afirmen que Cristiano y Messi, Messi y Cristiano, fueron sin la menor sospecha de duda dos de las más grandes personalidades que ha producido este juego a lo largo de su historia.
La vida sería menos divertida sin el fútbol y el fútbol de hoy sería menos entretenido sin el duelo Messi-Cristiano. Y si por algo funciona, más allá de su indudable calidad, este pique entre los dos mejores jugadores del mundo es precisamente porque son dos futbolistas totalmente distintos... tanto dentro como fuera del campo; uno es Butch y el otro es Sundance; el primero es locuaz, atrevido, provocativo y pasional mientras que el segundo es callado, apagado, reservado y cerebral; uno es Cassidy y el otro es Kid; el segundo es el más rápido del Oeste, el más hábil con las pistolas mientras que el primero prepara el golpe y lo da, sabe nadar y es muy probable que acabe llevándose a la chica, que es un bellezón de los que quitan el hipo, Katharine Ross. La única diferencia entre aquellos dos hombres de antes y estos dos hombres de ahora es que los primeros eran amigos y los segundos no lo son pero eso no sólo no empeora el guión sino que, en el fondo, no hace otra cosa que avivar las llamas del fuego de nuestro interés por saber todo lo que les ocurre.
No nos engañemos: ¿A santo de qué ibamos a estar todos pendientes de la entrega del Balón de Oro de esta tarde si no fuera por la sencilla razón de que Butch Cassidy y Sundance Kid vuelven a estar, una vez más, entre los tres candidatos a ganarlo?... Neuer, que es un fantástico portero, es un actor de reparto, el gran Kenneth Mars vestido de etiqueta para la ocasión, sí, pero en el fondo consciente de que, pase lo que pase, incluso en el caso de que los miembros de la Academia se volvieran todos locos de repente y el Oscar se lo dieran a él, las luces de neón volverían a quedar fijadas con descaro en Paul Newman y en Robert Redford, en lo que hagan y digan, en lo que dejen de hacer y decir, en sus reacciones al ganar o al perder. Yo, por si a alguien le quedaba aún alguna duda al respecto, soy de Butch Cassidy, y lo que quiero es verle hoy montando con Irina en bicicleta al final de la gala, felices y despreocupados mientras caen gotas de lluvia sobre sus cabezas para, a renglón seguido, volver a pensar otra vez en el próximo Balón de Oro. Porque esto, claro, continuará...