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El penúltimo raulista vivo

Como Rick Blane y el capitán Renault

Fernando Alonso y Lewis Hamilton están empezando a conocerse. Aunque llevan poco tiempo saliendo juntos, cuatro fines de semana en la Fórmula Uno dan para mucho. La relación no va a ser fácil, pero ya se sabe eso de que los amores más reñidos suelen ser los más queridos. Ahí está, sin ir más lejos, el volcánico caso de Liz Taylor y Richard Burton: treinta años tirándose la vajilla a la cabeza y al final siempre regresaban juntitos a casa. Después de una dura jornada de trabajo, Fernando y Lewis también vuelven juntos al motorhome. A lo mejor asistimos, sin ser aún conscientes de ello, al principio de una gran amistad, una complicidad semejante a la sugerida por Michael Curtiz entre Rick Blane y el capitán Renault (¡otra vez Briattore!) en Casablanca. No sé cómo acabó aquello, nunca hicieron la segunda parte.

Quien está disfrutando como un auténtico enano es Ron Dennis, el patrón de Mc Laren-Mercedes. Se le nota en la mirada. No es la primera vez que pica a sus pilotos. A finales de los 80 metió en el mismo gallinero a Ayrton Senna y Alain Prost. Martin Whitmarsh, director deportivo de la escudería, acaba de manifestar que "Fernando puede vivir bajo presión". Está claro que un piloto de Fórmula Uno tiene que saber aguantarse los nervios si quiere hacer carrera en ese trabajo, pero también parece evidente que Alonso, que contaba con la presión de Massa y Raikkonen, no sabía que iba a tener un Alonsito detrás suyo todo el día, dándole pataditas en las espinillas y haciéndole pedorretas. Entretanto, tito Ron no hace más que insistir en lo gracioso que es Lewis, lo simpático que es el inglesito, lo entrañables que son el papaíto y el hermanito del inglesito y la cantidad de tiempo que hace que Inglaterra no tiene un campeón mundial de la Fórmula Uno, desde mediados de los 90 por lo menos. Demasiado, ¿no?

La felicidad de Ron Dennis coincide con la cara de funeral que tenía Alonso el otro día. La alegría va por barrios. El pequeño Lewis bromeaba con el campeón del mundo a la conclusión del Gran Premio de Montmeló. Así, a la chita callando, resultaba que Luisito, el inglesito, pobrecito, criaturita, se había colocado líder del Mundial. ¡Anda! Y el papá feliz, fotografiándolo todo. A Fernando sólo le faltó decir eso de "¡Niño, deja de joder con la pelota!" Pero si yo fuera él no me preocuparía demasiado, no le daría importancia. El chico se está desfogando, tiene sólo veintidós añitos, entra dentro de lo lógico que quiera jugar con el cochecito que le ha prestado el tito Ron. ¿No le han puesto ahí para eso? El caso es que el inglesito de marras tiene cara, porte, simpatía y hasta nombre de campeón del mundo. "Hamilton, Hamilton, Hamilton"... "El Tiger de la Fórmula Uno"... "La gran esperanza negra"... "Un Jackie Stewart de color"... Nada, nada, sólo son obsesiones mías, no hay de qué preocuparse, será pasajero, seguro que se llevan bien.

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