Otra vez marcó el muerto. Eso debe querer decir a la fuerza que, como el del chiste, lo que pasaba es que Raúl no estaba muerto sino mal enterrado. Pero no sacaré pecho, no. El mérito, desde luego, no es mío. En el fondo creo que el mérito ni siquiera es del propio Raúl, obligado, como decía Samuel Eto'o, a jugar a mil kilómetros del área, convertido en abnegado aguador de sus propios compañeros. Me parece que, si tuviéramos que elegir a una persona física para felicitarla por la resurrección del "7", ese mérito deberíamos atribuírselo en exclusiva a Luis Aragonés Suárez. Es curioso comprobar cómo, al final, ese ansia del seleccionador por seguir en el banquillo a cualquier precio le va a venir muy bien al Real Madrid. No me extrañaría nada que Ramón Calderón le impusiera a Luis la medalla de oro y brillantes del club. No hay mal que por bien no venga.
Pero no era de Raúl, a pesar del título de este blog, de quien yo quería hablar hoy. En el partido contra el Steaua, el capitán no fue ni mucho menos el mejor. Hoy quería hablar de Iván Helguera. Lo de Helguera constituye para mí un insondable misterio y, como sucediera en el caso "Del Bosque-Casillas", no tengo respuestas para tantas preguntas. ¿Por qué dejó de contar con él López Caro? ¿Por qué tampoco le quería en la plantilla Fabio Capello? ¿A santo de qué la presión ejercida por el club sobre el jugador para que abandonara el equipo? ¿Cometió algún pecado Iván? ¿No lo cometió? ¿Cómo es posible que, sin mediar alguna historia extraña, todo el mundo quisiera prescindir de un futbolista de su categoría? Ya decía un poquito más arriba que tengo muchas preguntas, pero ninguna respuesta. Aunque la especulación es libre...
No es posible que López Caro apartase a Helguera del fútbol en activo sólo por un mal partido contra el Zaragoza. Me parece surrealista que, con todas las vueltas que ha dado Capello, el italiano no se diera cuenta hasta ahora de que la distancia más corta entre dos puntos sigue siendo la línea recta. Si contó con Helguera en los partidos de Getafe y Bucarest, interpreto que no pudo haber nada tan grave como para negarle con esa machacona insistencia el pan y la sal al jugador. La saña con la que se cebó con él Pedja Mijatovic tampoco habla demasiado bien del ojo clínico del nuevo director deportivo merengue. Helguera no es Beckenbauer, pero Fabio Cannavaro todavía tiene que demostrar que sea mejor defensa que él.