Iker Casillas, que no suele ser teatrero, cometió dos equivocaciones en el partido del sábado contra el Athletic: la primera fue salir disparado a por Yeste nada más encajar el primer gol de Heinze en propia puerta porque este, a diferencia de los jugadores del Real Madrid que sí lo habían hecho, decidió no lanzar el balón fuera por la presunta lesión de Sneijder, y la segunda consistió en llevarse las manos a la cara cuando el jugador bilbaino le golpeó en el pecho. Parece mentira que los futbolistas profesionales continúen sin tener claro todavía que no son ellos, sino el árbitro de turno, quienes deciden cuándo y por qué debe pararse el juego por una posible lesión. Muñiz interpretó correctamente que lo del holandés era cuentitis e hizo caso omiso, la jugada continuó y acabó como acabó, con el balón dentro de la portería de Casillas. Iker esperaba el agradecimiento por los servicios prestados, pero Yeste cumplió con su obligación y siguió jugando: espero que le sirva de lección para el futuro al portero del Real Madrid.
En cuanto a lo segundo, el error de Iker al fingir un golpe en la cara cuando en realidad Yeste le había golpeado en el pecho no es en absoluto comparable con el error del propio Yeste, expulsado quince días antes por otro árbitro debido a una jugada exactamente igual. Casillas no se revolvió en el suelo como hacen muchos, no pataleó, ni interpretó el papel de Regan MacNeil, la niña de El exorcista, ni echó de la boca espumarajos verdes poniendo tibios de babas a los presentes sino que simplemente se dejó caer al suelo y se quedó quieto. ¿Podría haber aguantado firme el empujón de Yeste sin caer?... Mi opinión es que resulta improbable que un tío de 1,85 de altura y 80 kilos de peso pueda ser derribado por el empujón de Yeste, pero resultaría excesivo pedirle a Casillas que hiciera algo que no haría ningún futbolista del mundo: Iker vio la posibilidad de sacar tajada del empujón de Yeste y lo hizo; el error fue de Yeste por empujarle y, por extensión, de Caparrós por no haberle advertido hace dos semanas que no volviera a perjudicar de esa forma a su equipo dejándole con diez jugadores sobre el campo.
El sábado Caparrós puso como ejemplo de fair play a Benítez con el único objetivo de hacerle daño al Real Madrid, y el domingo demostré que mentía: Rafa, como no podía ser menos tras un 4-0, presumió de equipo y dijo que habían sido muuuuuy superiores al Madrid y que habían podido marcarle más goles. No volveré sobre eso. La novedad de hoy son las palabras de Iraizoz: "queda la sensación de que tiene que haber Liga y que el Madrid tiene que ganar para que haya espectáculo. Tengo claro que hay un dominador de la Liga superior a los demás y el resto tendrán que estar por detrás. Yo lo tengo claro y los demás tendrán que tenerlo claro también". En cuanto a lo primero, aquí las sensaciones valen para lo mismo que una tarjeta de crédito en una isla desierta; aquí sólo valen las pruebas e Iraizoz tiene las mismas acerca de eso que comenta que pueda conservar yo sobre que el viernes él fuera abducido por unos extraterrestres y la portería del Athletic tuviera que defenderla el sábado un habitante de Marte. Y sobre lo segundo le diré a Iraizoz que precisamente la diferencia existente entre el Real Madrid y el Athletic o cualquier otro equipo de fútbol del mundo es que nunca, jamás a lo largo de sus 107 años de historia, se ha tenido aquí demasiado claro que haya que estar por detrás de nadie: 31 Ligas y 9 Copas de Europa, entre otras menudencias, acreditan esto que digo. Quién sabe qué habría pasado con el Athletic si allí tampoco lo tuvieran tan claro, quizás hoy no irían por detrás del Almería en la clasificación.