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El penúltimo raulista vivo

Chicos malos

Hay que ver lo sensato que es el Schuster comentarista de la televisión alemana y lo estrafalario que puede llegar a resultar el Schuster entrenador del Real Madrid. El otro día estuvo con nosotros en El Tirachinas y, a lo largo de los quince minutos que duró su charla con Abellán, no paró de hacer comentarios coherentes y reflexiones futbolísticas muy razonables; por estar, estuvo incluso gracioso. A Schuster debe pasarle como al doctor Jekyll con Mister Hyde, que no puede, no sabe o no quiere controlarle y, como efecto de todo lo anterior, acaba dominándole. Con Luis Aragonés sucede algo parecido. Hay que ver lo sensato que es el Luis comentarista y lo extraño que puede llegar a resultar como seleccionador nacional. A Luis le quedan en el banquillo de España un máximo de tres partidos (ojalá) y un mínimo de uno, acaba de igualar el récord histórico de victorias consecutivas y yo creo que, si consigue que venzamos a Italia este domingo, habrá cumplido con creces en la Eurocopa. Todo le está saliendo bien a Aragonés salvo Luis, empeñado en meterse en jardines absolutamente innecesarios.

Si lo de Fernando Torres quedó al final en agua de borrajas no fue por Luis sino porque el niño, que salió pidiendo perdón del vestuario tras el partido contra Rusia, puso todo de su parte para que no se montara una buena. Hoy, a cuatro días de su partido más importante como seleccionador y probablemente uno de los más trascendentes de toda su carrera como entrenador, no se le ha ocurrido otra cosa que volver a tirarle en público de las orejas a Sergio Ramos con quien, por si alguien no se ha enterado entre tanto ruido por los goles de Villa, mantiene desde el principio del campeonato una guerra fría soterrada. Luis, que es el entrenador, puede decirle a Ramos, que es un jugador y por lo tanto está a sus ordenes, lo que le parezca oportuno, incluso en público si él lo considera necesario, pero, por mucho que me empeño en extraer de su rueda de prensa de esta mañana una conclusión positiva para la marcha del equipo nacional en la Eurocopa no lo consigo, y por mucho que intento comprender a santo de qué deja caer que la actitud del jugador fuera del campo no es la más idónea, aclarando poco y mal a qué se está refiriendo cuando dice eso y haciéndole, por lo tanto, un daño innecesario al defensa del Real Madrid, no lo logro.

Tengo claro que, a la hora de confeccionar su lista de veintitrés, Luis ha buscado un grupo de trece jugadores más o menos titulares y otro compuesto por diez que no den demasiado la lata por quedarse con él en el banquillo. Senna lo dijo el otro día muy claro: "aquí somos todos muy buenas personas". Ese buenismo, fruto quizá de su experiencia en el pasado Mundial, le ha dado hasta la fecha buen resultado en Austria. Torres, como decía antes, salió el otro día con la cabeza gacha del vestuario y Ramos ha consentido en silencio que Luis le mire las uñas y luego por detrás de las orejas. Toco de oído cuando afirmo que igual otros jugadores en la misma situación que los dos anteriores habrían pegado un brinco y puede que por eso dejaran de resultarle interesantes al seleccionador. Este domingo necesitaremos un equipo de chicos malos que puedan buscarle las cosquillas a otro repleto de chicos peor que malos. Tiempo habrá más adelante para arrebatarle a Rigoberta Menchú su Nobel de la Paz.

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