El otro club que combate, y con armas más potentes si cabe que las del Real Madrid, el "discurso" azulgrana es el Real Club Deportivo Español de Barcelona. Ayer tuve ocasión de darme un rápido garbeo por algunos foros culés, y lo que algunos seguidores dicen de sus vecinos periquitos es cuando menos querellable. El Español es muy querido por todos, empezando desde luego por el nombre del equipo y acabando, o quizás sea al revés, porque nunca se ha definido como nacionalista, ni ha utilizado jamás el asunto independentista en beneficio propio, ni ninguno de sus presidentes ha hablado del "país" en el tono en que lo hacen Laporta o Rosell, ni por supuesto ningún empleado suyo nos ha llamado chorizos a los españoles "por el simple hecho de serlo".
Cuando antes decía que el Español es capaz de combatir el "discurso" azulgrana con armas si cabe más potentes que las del Real Madrid no me refería, como podrán ustedes imaginarse, al asunto presupuestario: el club presidido por Florentino Pérez tiene un presupuesto diez veces mayor que el blanquiazul, pero es que resulta que el Barcelona también lo tiene. El presupuesto del Español es de 47 millones de euros mientras que el de su vecino es de 461, de forma que Rosell lo tiene muy complicado a la hora de venderle a su homólogo de enfrente el pollino cojo del imperialismo y de cómo se hacen las cosas sin dinero; en cuanto al "modelo", la mayoría de los jugadores españolistas son chavales surgidos de la cantera y nacidos en la mismísima ciudad de Barcelona.
Por eso el empate del domingo hizo tanta pupa, de ahí que en los foros culés les llamen de todo a los chicos del Español. Mientras que en el Nou Camp pudo leerse una pancarta que decía "Catalonia is not Spain", en Cornellá se leyó el otro día otra que rezaba "Cataluña es más que un club". Por supuesto que sí: Cataluña es más que un club y debería ser muchísimo más que la idea política que uno u otro presidente puedan defender en un momento determinado. Como el Español resulta molesto, el barcelonismo trata de herirle señalándole con el dedo y acusándole de satélite merengue. No lo es, por supuesto. Pero, si yo fuera Florentino Pérez, mañana mismo le impondría a Ramón Condal la máxima distinción del Real Madrid por su efectividad a la hora de placar las trolas culés con diez veces menos de presupuesto. A eso le llamo yo tener arte.