En la improvisada lista de desagravios impulsada contra el Real Madrid por haber recuperado a Mariano, del que ahora hablaré, he llegado a leer que fichó a Courtois... ¡para incomodar a Keylor! Seguro que quien escribió eso no cree en la sana competencia o quizás sea un nostálgico de la etapa de Casillas, en la que nadie debía hacerle sombra, o simplemente sea una cuestión de pura y dura mala fe puesto que, siguiendo ese hilo argumental, si es que uno puede seguir el rastro de semejante mamarrachada, nada leí al respecto de que el Barça contratara a Coutinho para incomodar a Iniesta, quien, por cierto, acabó marchándose de su club de toda la vida, o que el Atleti haya promocionado a Lucas para hacerle la vida imposible a Filipe Luis, quien también podría dar con sus huesos en el Chelsea. El Real Madrid Club de Fútbol es el único caso del deporte mundial que ficha a jugadores para hacerle la vida imposible a otros y que, pese a ello, gana títulos a mansalva.
Pero vayamos con Mariano, cuyo caso ha sido ya radiografiado por activa, por pasiva y por perifástrica. Pese a tener un montón de ofertas sobre la mesa y tras haber charlado con Zidane, que le dijo la verdad, o sea que iba a gozar de pocos minutos, Mariano quiso seguir en su equipo, que es el Madrid. Y, claro, tal y como le contó Zidane, tuvo pocos minutos y, al final de la temporada, le llegaron a su representante las mismas ofertas o más incluso, entre ellas la del Olympique de Lyon, al que Mariano se fue a regañadientes y porque Zizou no contaba con él. Y en un año en la Ligue 1 Mariano ha demostrado lo que era un secreto a voces: que es un goleador excepcional. Del Real Madrid se fue con unas condiciones concretas y, entre esas condiciones, la de que el club blanco debería ser informado de cualquier oferta que recibiera el Lyon y, si éste decidía aceptarla, tenía derecho a igualarla si quería recuperar al jugador.
Tras la marcha de Cristiano y la insistencia de Lopetegui en traer un 9, el Madrid sondeó la posibilidad de recuperar a Mariano y, entonces, el Lyon, sabedor de la urgencia merengue, se subió a la parra de los 70 millones de euros. El Real esperó, esperó, esperó... y otro club español, en este caso el Sevilla, levantó la liebre y le hizo el trabajo sucio al Madrid; lo que para el Real eran 70 para el Sevilla pasaron a convertirse por arte de birlibirloque en 35 más 5, que al Real se le quedaban en 23 aproximadamente. El Real ejerció su derecho de tanteo y fue más listo que el Lyon, que se comportó deslealmente, y que el Sevilla. Por supuesto que, además de necesitar un delantero centro, el Real Madrid no podía consentir de ningún modo que Mariano, que se había ido por 8 millones, se saliera del mapa en el club andaluz, de ahí que, pensando en el futuro, el club presidido por Florentino Pérez dejara irse a Mariano... en determinadas condiciones.
Lo demás son paparruchadas y dolor, mucho dolor, por haber quedado en evidencia delante de toda España. Porque lo que ha demostrado el "caso Mariano" es que cuando todos van, Florentino ha ido y ha vuelto siete veces. El Barça le quita jugadores al Sevilla cada dos por tres, consiente que la federación le tome el pelo con la Supercopa, que se llevó fuera, pero monta en cólera porque el Real Madrid ejerce su derecho legal de tanteo con un jugador suyo, que salió de sus categorías inferiores y que se marchó con unas cláusulas determinadas estipuladas en su contrato. En cuanto a lo de que el Madrid dejó irse a Mariano por 8 y ahora le recupera por 15 más, más paparruchadas a la saca: el futbolista que, un año después, regresa al Real, no es el mismo que se fue; y no lo es hasta el punto de que el Sevilla estaba dispuesto a pagar por él 40 millones de euros y al Madrid (y a otros) le pidieron 70.