Todo lo que tenía que decirse o escribirse sobre el "caso Casillas" se ha dicho o escrito ya. También yo he dicho y escrito todo lo que pensaba sobre Iker. El sábado, tras el feo gesto que el capitán del Real Madrid dirigió hacia los aficionados, hubo algunos madridistas que me exigieron que le clavara en una cruz y que luego le escupiera a la cara como prueba de mi libertad. La fórmula matemática es la siguiente: insultos a Casillas = independencia profesional. Hubo incluso quien se mostró ofendidísimo conmigo después de que confesara el sábado por la noche en La Goleada de 13 TV que, a petición de mi buen amigo Jesús Bengoechea, acababa de elegir a Iker Casillas en el mejor once histórico del Real Madrid; tamaña ofensa no hacía más que ratificar que servidor había cambiado, que ya no era el mismo y que escribía y hablaba al dictado para conservar el puesto de trabajo. Esto, como podrá comprenderse fácilmente, es peccata minuta para uno de los tres o cuatro periodistas deportivos españoles (y a lo mejor me sobran dos dedos de la mano) que osaron defender a José Mourinho contra todo y contra todos. Yo diré y escribiré lo que crea que debo decir y escribir y la gente podrá, por supuesto, leerme, oírme o hacerme unfollow, que al parecer es algo terrible y que te lleva a morir entre sudores y convulsiones varias.
Todo lo que se diga o escriba sobre el "caso Casillas" será redundante. También en mi caso. Hace mucho tiempo ya, más de tres siglos, que el moralista francés Luc de Clapiers, marqués de Vauvenargues, dijo eso de que "pasión más viva que la amistad es el odio". Yo creo que hay gente que odia a Iker Casillas, como probablemente haya gente que me odie a mí, y eso no hay parada o artículo de opinión que lo arregle. Tal y como dijo Axel Torres, el debate sería interesante si fuera deportivo pero hace mucho tiempo que dejó de serlo. Por ejemplo: yo creo que el sábado Iker pudo hacer más en el primer gol mientras que el segundo es imparable; pero todos los jugadores, desde el portero hasta Cristiano, pudieron hacer más en el primer gol... y sin embargo no lo hicieron. Entonces, ¿por qué se pitó sólo a Casillas?... Porque hay en el estadio Santiago Bernabéu un sector de público que le odia, así de claro. También es absurdo e infantil reducir el "caso Casillas" a un enfrentamiento con mourinhistas: Pepe acabó dejando colgado de la brocha a José Mourinho después de que éste consiguiera que el Real Madrid ampliara su contrato cuando media España le quería matar y en el club pensaban que a lo mejor era más razonable prescindir de él, y sin embargo la afición se ha olvidado de aquello.
La diferencia entre Casillas y Pepe es que el primero lleva el brazalete de capitán y el segundo no. Iker lleva el brazalete, sí, pero tampoco hay que rascar demasiado para darse perfecta cuenta de que Ramos o Cristiano son los capitanes morales de ese equipo. A Casillas jamás le preguntaron si él quería ser el capitán, se limitó a cumplir con la tradición y punto. A lo mejor habría que pensar en cambiar esa tradición y entregarle el brazalete de capitán del mejor club deportivo del mundo a alguien con el carácter necesario para ello. Tampoco creo que Benzema, que me parece un futbolista superlativo, reúna los requisitos necesarios para ser el capitán del Real Madrid y sin embargo eso no le resta un ápice de calidad futbolística. Para llegar a alguna conclusión válida de lo que está pasando con Casillas, que lo ha ganado todo en el club blanco, hay que mezclar todos estos componentes sin dejar de lado, por supuesto, su actual momento deportivo que no es, ni de lejos, el que le convirtió en un portero de categoría mundial. El socio del Madrid preferiría ver a Keylor Navas pero ahí hay poco que hacer porque Carlo Ancelotti, piensa que Iker es el mejor. A Casillas, eso es cierto, tampoco le ayuda demasiado en su actual situación tener el despacho de abogados defensores más torpe de la Unión Europea, un grupo de flautistas muy mediocre.
Sin embargo lo que pasó el sábado sí es nuevo y me parece que marca un "antes" y un "después" en la complicada relación entre el primer capitán del Real Madrid y su afición. Por primera vez Iker reaccionó de forma desairada ante los pitos, que según me cuentan fueron muchos; lo hizo por dos veces, la primera en el minuto 22 y la segunda en el minuto 45, al filo del descanso. También eso se olvidará, por supuesto; Michel llegó a marcharse harto del campo y de su acción sólo nos acordamos los más veteranos. La gente también olvidará los gestos de Casillas... dentro de muchos años. No tengo la menor duda de que dentro de muchos años se tratará a Iker Casillas como lo que fue, probablemente uno de los mejores porteros de la historia, pero ahora, hoy, mañana o pasado, ante la Juve, la afición va a tener muy fresco el recuerdo de lo sucedido y va a ver cómo su equipo se juega la temporada con un portero que ya no es el mismo de antaño. La gente interpreta que Casillas jugará ante la Juve por cabezonería del entrenador pero sería profundamente incoherente que yo, que defendí la independencia de Mourinho cuando decidió sentarle, repitiera ahora con Ancelotti lo mismo que otros hicieron con el técnico portugués.
¿Y el futuro?... Es evidente que un sector del público del estadio Santiago Bernabéu odia a Casillas y, por lo que se vio el sábado, Iker odia a un sector del público del estadio Santiago Bernabéu. Y queda meridianamente claro que esa relación no va a cambiar por mucho que el mostoleño realice mil paradas imposibles. Es el propio Iker Casillas quien deberá colocar en la balanza al finalizar la actual temporada si le merece realmente la pena seguir sufriendo, si va a ser capaz de continuar arrostrando esta lenta agonía que ya dura varios años, o si a lo mejor llegó la hora de buscar una salida airosa. A mí me parece que por encima de esta mala relación, por encima del odio que se profesan ambas partes, existe algo que supera todas las rencillas habidas y por haber, un denominador común que no es otro que el interés general del Real Madrid, que dentro de sesenta horas aproximadamente se juega estar en otra final de la Champions y conseguir el hito de ser el primer equipo de fútbol en lograr dos de forma consecutiva. De lo que hablo es de una tregua, un parón en las hostilidades. Porque tengo la impresión de que, al mandar "a tomar por culo" a sus aficionados, Iker Casillas ya ha tomado una decisión.