Lo que están tratando de hacer con Casemiro no es nuevo y me lo conozco de memoria. Se llama "campañita". Y digo que no es nuevo porque Casemiro es el nuevo Sergio Ramos. Cuando el Real Madrid conquistó La Decimotercera se acusó a Ramos desde fuera de haber lesionado intencionadamente a Salah. O sea, se acusó al futbolista que más veces ha vestido la camiseta de la selección nacional española de ser un carnicero, alguien lo suficientemente malvado como para sacar adrede del partido a uno de los mejores jugadores del equipo rival. España (o, por mejor decir, los medios españoles) se convirtió por aquel entonces en Radio Liverpool, y no sólo se crucificó desde allí o desde Egipto a Ramos sino que aquí le machacaron. Los mismos que luego, en plena negociación con Florentino, se llenaron la boca con el "gran capitán" por aquí o la "leyenda" por allá, antes le hundieron en la miseria. Menos mal que Sergio tenía, y aún tiene, las espaldas anchas, que si no...
Pero lo de Ramos tampoco era nuevo. Ramos fue el nuevo Pepe. Pepe no es que fuera un carnicero, no, Pepe era directamente Jack el destripador y había que sacarlo de España y de la Liga como fuera. Como Ramos, Pepe jugaba con otro reglamento y eso era así porque vestía la camiseta blanca del Madrid. Pepe fue el nuevo Hierro, a quien se acusó exactamente de lo mismo, y Fernando fue el nuevo Benito, que en paz descanse. Entre Benito y Hierro, el alemán Uli Stielike, quien, como Casemiro, Ramos, Hierro o Benito, jugaba con otro reglamento y tenía manga ancha para hacer lo que le diera la gana. Y con los futbolistas españoles todavía existía cierta permisividad mediática porque en su inmensa mayoría eran internacionales y luego te los cruzabas en la selección, pero, ¿un alemán? ¿Un portugués? ¿Un brasileño? ¡A por ellos!
De modo que, como decía, lo de Casemiro no es una sorpresa porque Case es el nuevo Ramos, que a su vez fue el nuevo Pepe, quien fue el nuevo Hierro, que fue el nuevo Benito. La entrada de Casemiro sobre Iván Alejo, que el chaval publicitó tanto anoche en El Chiringuito dotando a sus declaraciones de una pizca de dramatismo, pudo haber sido roja, no lo niego. La entrada de Casemiro pudo ser roja del mismo modo que pudo ser penalti la tarascada de Alex Fernández sobre Hazard y pudo haber sido también pena máxima el rodillazo de Ledesma sobre Benzema. Pudieron ser roja la entrada de Casemiro y penaltis las acciones de Alex sobre Hazard y de Ledesma sobre Benzema, pero Santiago Jaime Latre no las consideró y, sobre todo, no las tuvo en cuenta David Demedié, que estaba en el VAR. Yo entiendo la frustración de Alejo, la comprendo perfectamente. Entiendo su enfado porque nadie le dijera nada a Latre. Y lo entiendo porque en ese mismo encuentro, aunque bien es cierto que con muchísima menos publicidad, hubo dos posibles penaltis que se fueron al limbo. Y lo comprendo porque si hay un club perjudicado por la irregular aplicación del VAR (y tengo que decirlo aunque sea tan impopular como Casemiro) ése no es otro que el Real Madrid.
Dice Alejo que si Casemiro le da se tira lesionado 6 meses y él sigue jugando, pero el caso es que no le dio. Casemiro no le dio a Alejo del mismo modo que Meunier sí cazó, sin embargo, a su compatriota Hazard allá por 2019, el resto de la historia ya la conoce todo el mundo: Meunier sigue jugando y Hazard, que está pasando sin pena ni gloria por el Real Madrid, dijo hace poco que no sabía si su tobillo volvería a ser el mismo. 160 millones tienen la culpa. Ojo, lo que sugiere Alejo que debería haber pasado con Casemiro si, en vez de no tocarle, le hubiera lesionado, es interesante: así Meunier, que dejó KO a Hazard durante un mes y medio, estaría fuera de los terrenos de juego el mismo tiempo. Pero entonces, querido Alejo, este fútbol sería otro fútbol y los jugadores, que ya se lo piensan todo tres veces, se lo pensarían cuatro. Nada nuevo bajo el sol con Casemiro. Lo intentaron con Ramos, lo lograron con Pepe y lo persiguieron con Hierro, Benito o Stielike. Y él, además, es brasileño. Ancha es Castilla y más ancho aún Mato Grosso.