José Antonio Abellán desveló anoche en El Tirachinas que Ramón Calderón le había ofrecido a Sergio Ramos la capitanía del primer equipo, y que éste podría incluso llegar a aceptarla. Creo que, nada más conocer la noticia, Miguel Ángel Portugal, que sabe un poquito de vestuarios y algo conoce también acerca de la historia reciente del Real Madrid, se llevó ipso facto las manos a la cabeza. Sin embargo, la información, confirmada por directivo y medio, coincide absolutamente con el retrato robot que del actual presidente del club tenemos todos, un hombre a un problema pegado, una bomba de racimo humana que amenaza con explotar al menor descuido. ¿Qué cable corto, el verde o el rojo?
Con Calderón y los problemas artificiales me pasa más o menos lo mismo que con David Copperfield y los trucos de magia, que cuando ya ha hecho desaparecer a una manada entera de elefantes africanos, treinta yates de setenta metros de eslora cada uno y el castillo medieval de Disneyworld, y ya te estás levantando del asiento porque piensas que por fin acabó el truco, resulta que hace desaparecer un Airbus A-380 con pasajeros dentro. Este Calderón es un insaciable y un acaparador y nunca parece tener suficiente. Mientras Abellán contaba la noticia, con todos los que le rodeábamos con los ojos de Bitelchús, Luis Ángel Duque me mandaba un SMS: "Eso no lo puede decidir nunca el club sino el vestuario". Es una de las máximas del fútbol: jamás funcionaron los capitanes por contrato y ahí está el caso de Julen Guerrero para dar testimonio de ello.
Tengo verdadero interés por saber cómo acabará toda esta historia. Raúl al margen, puesto que él seguirá siendo el capitán hasta que se retire o tenga alguna lesión, quiero saber cómo reaccionarán Guti y especialmente Iker Casillas cuando comprueben cómo cambia de brazo el brazalete porque lo ordenan desde arriba. No creo que nadie dudara que, tarde o temprano, por edad y por instinto, por coraje y por corazón de león, Sergio Ramos acabaría siendo capitán del Madrid junto a Casillas, pero forzar esa situación y plantear ahora mismo un problema que el equipo no tiene es sólo achacable al inacabable afán de protagonismo de un presidente que tiene demasiado tiempo libre y pocas ganas de emplearlo en dedicarse al