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Campeones del relato

Campeones del relato.
Campeones del relato. | Cordon Press

Si Twitter sirve para algo, que lo dudo cordialmente, es, entre otras cosas, para calibrar la respuesta de la gente a determinadas cuestiones. En líneas generales suele ser un patio de monipodio malhablado, un lugar en el que se reúnen maleantes anónimos para insultar a los demás como Luis Medina Cantalejo denunciaba por ejemplo la semana pasada que le había sucedido a su familia, y en concreto a uno de sus hijos, que es menor de edad. Pero, y si dejas a un lado los insultos y las amenazas, algo en claro sí se puede extraer. Y, en el caso de la situación por la que atraviesa el Fútbol Club Barcelona, arruinado y en crisis deportiva, la conclusión que yo saco es que una entidad tan potente como la catalana no llega a deber 1.500 millones de euros, a quedar eliminado de la Champions y a luchar por ser cuarto en la Liga sin la imprescindible complicidad de una masa social absolutamente acrítica, infantiloide y que cuando vienen mal dadas prefiere meter la cabeza debajo de la tierra como hace el avestruz. Si en vez de ser sólo un socio el que preguntó por el coste real del fichaje de Neymar hubieran sido diez mil, a la directiva no le habría quedado más remedio que responder con claridad y, de haberlo hecho, se habrían desencadenado los acontecimientos. Pero a nadie le importó, a nadie le preocupó cómo y de dónde salían los recursos para financiar la llegada de Neymar: el socio miró hacia otro lado, convirtiéndose así en el cómplice necesario de las barrabasadas de sus directivos.

Si, en vez de expulsar del Paraíso con cajas destempladas a aquellos que, como fue el caso de Javier Faus, ex vicepresidente económico, alertaron del peligro que suponía renovarle (mejorándolo) año a año a Messi su contrato, los socios hubieran prestado atención, el Barça no estaría hoy como está en bancarrota y con una deuda elefantiásica. Pero el socio, que no ha tenido ocasión de desarrollar un instinto crítico de las cosas y que siempre ha vivivo cómodamente en un adosado del País de Nunca Jamás, no quiso escuchar, no quiso oír y, a cambio, consintió que se prescindiera de Faus y corrió a aplaudir a Messi a los Juzgados tras su fraude a Hacienda. Estoy convencido de que si, ahora mismo, desde el Barcelona se emprendiera una campaña para demonizar a Messi, los socios la seguirían a pies juntillas y sin rechistar y, de ser el mejor futbolista de todos los tiempos, Lionel pasaría a convertirse en el enemigo público número uno. Y esto es así porque en el Barça son los reyes absolutos del relato, son unos cuentistas de primer nivel dejando en mantillas a los mismísimos hermanos Grimm.

Es inevitable comparar en este punto al Barça y al Real Madrid, son vasos comunicantes. Me pregunto qué se estaría diciendo y en qué tono si, en vez de ser el Barcelona quien los debiera, fuera el Real Madrid quien tuviera una deuda acumulada de 1.500 millones de euros. Si del Real Madrid que conquistó La Novena Champions hubo quien dijo que la había ganado de un modo vergonzante, ¿qué se diría de un Real Madrid apeado a las primeras de cambio de la Copa de Europa y tratando de clasificarse entre los cuatro primeros en la Liga? ¿En qué tono se hablaría de Florentino Pérez si hubiera celebrado botando la clasificación de su equipo para los octavos de final de la Europa League? Lorenzo Sanz, que en paz descanse, pensó que sería una buena idea convocar elecciones después de haber ganado dos Copas de Europa casi seguidas y, sin embargo, las perdió. El socio culé le ríe las gracias a Laporta, a quien votó porque prometió que retendría a Messi, y ahora compra el billete trucado de que Pedri es el nuevo Zidane.

El éxito del relato consiste ni más ni menos que en convertir en un triunfo lo que para cualquier otro club de élite del mundo sería un fracaso sin paliativos y eso no se consigue sin una afición anestesiada, dócil y ensimismada. Iba a decir que tengo envidia pero no, no la tengo. Me gusta que los madridistas le exijan ejemplaridad a su club las veinticuatro horas del día y me encanta que también se la exijan los antimadridistas. En una situación parecida a la del Barça los madridistas ya habrían pasado por la quilla a su presidente. El éxito, hoy, no consiste en liderar la clasificación liguera con 6 puntos de ventaja sobre el segundo o afrontar dentro de una semana el partido de vuelta de la eliminatoria de octavos de final de la Champions, no, el éxito consiste en estar a 15 puntos del Real Madrid y luchando por pasar la fase previa de la antigua Copa de la UEFA. Nada de esto sería posible, insisto una vez más, sin la complicidad del socio y aficionado culé, principal turbina de la mediocridad en la que se mueve hoy el club catalán, auténtico motor de su irrelevancia. Id cogiendo sitio en Canaletas campeones del relato.

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comentarios
1 Daniel Rodríguez Herrera, día

Probando

2 Daniel Rodríguez Herrera, día

Debería estar arreglado.

3 forerix, día

Parece que estamos de vuelta. Saludos a todos