Yo comparo a Ramón Calderón con una bomba de racimo humana. Ya saben que, una vez lanzada una de esas bombas de racimo, de su interior se desprenden otras doscientas bombas secundarias; cada una de esas doscientas bombas más pequeñitas destruye todo aquello que se encuentre en un radio de cuatrocientos metros, y algunas de ellas no estallan, quedando enterradas en la tierra y pudiendo explotar en cualquier momento. Según la BBC este tipo de bombas son "tontas", lo que quiere decir que, al no contar con mecanismos de guía precisos, pueden errar el blanco. Ramón Calderón, en su ejercicio como presidente del Real Madrid, se comporta como una bomba de racimo humana. De su explosión sólo se salvó ayer Uli Stielike, y eso es porque vive en Alemania.
Para justificar lo injustificable, Calderón nos acusa de haber sacado de contexto su mascletá. No es cierto. Desde primera hora de la mañana situamos perfectamente el contexto en el cual se habían producido dichas manifestaciones: Centro de Estudios Universitarios Villanueva, ante cerca de cien estudiantes de Derecho y Empresariales. Lo que probablemente quiera decir Calderón es que nosotros editamos, manipulamos, cortamos o pegamos sus declaraciones. Miente. Dijo lo que dijo. Para mí que Calderón (ahí están sus acusaciones hacia Florentino Pérez) sigue creyéndose en la oposición, y no es así. Anoche tuvimos con nosotros a tres de los alumnos que asistieron a la conferencia de Ramón Calderón y que dieron buena fe de que las declaraciones eran, como no podía ser de otra forma, exactamente las mismas que emitimos a lo largo de todo el día en la Cadena Cope.
La metodología fue asombrosamente simple. Tuvimos conocimiento de que se iba a celebrar ese coloquio y Santiago Duque se presentó allí con su grabadora. Entró por la puerta principal, grabó, salió por la puerta principal, se vino para la radio y emitimos lo grabado. Punto. No pienso perder ni un sólo segundo en ese debate falsario, provocado esencialmente por aquellos que se comieron la noticia con patatas fritas, sobre la legalidad o la ilegalidad de lo que hicimos. El periodismo es un negocio para gente despierta y de Valdebebas sólo se pueden sacar quince minutos de grabación (de los cuales me sobran quince) y algún que otro parte médico. Y a veces, ni siquiera eso.
Sí quiero, sin embargo, acordarme aquí de José Ramón de la Morena, director de El Larguero de la Cadena Ser. La información ofrecida ayer por la Cadena Cope fue recogida por todos y cada uno de los medios de comunicación. Todos, claro, citaron su procedencia, incluidos As, El País y Cuatro, empresas pertenecientes al Grupo Prisa. Todos citaron salvo De la Morena. Y, como le ocurrió a Calderón, lo estropeó más cuando quiso arreglarlo. De la Morena les contó a sus oyentes que un estudiante llamó a Francisco José Delgado para ofrecerle el sonido, otro a Manolo Lama, otro más contactó con Alfredo Relaño y otro telefoneó a Enrique Ortego.
Debe ser que, de los cien estudiantes que asistieron estupefactos a la charla-coloquio, al menos noventa y nueve se pusieron en contacto con la Cadena Ser, pero, en unos casos porque el sonido era muy malo y en otros porque pedían mucho dinero a cambio, no quisieron o supieron emitirlo. El único sonido Dolby Surround 5.1 fue, curiosamente, el obtenido por mi compañero Santi Duque, que estaba situado en la cuarta fila del salón de actos y a una distancia aproximada de seis metros del presidente del Real Madrid. A otro perro con ese hueso.