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El penúltimo raulista vivo

Black Mirror

En el primer capítulo de la primera temporada de la electrizante serie británica de televisión Black Mirror, el titulado El himno nacional, el primer ministro Michael Callow recibe en el 10 de Downing Street un vídeo de la popularísima princesa Susannah; en él la joven se ve forzada a leer un comunicado con las exigencias que su secuestrador pone para liberarla, y que en realidad se resumen en una: Callow deberá tener relaciones sexuales con un cerdo y el acto tendrá que ser transmitido en directo por la televisión nacional so pena de que Susannah sea ajusticiada; al primer ministro se le da un plazo, las cuatro de la tarde, para que lleve a cabo el acto. ¿Qué hará? ¿Cederá? ¿No cederá? ¿Cuánto vale la dignidad de un hombre?... Tic, tac, tic, tac, tic, tac...

Al principio Callow se niega a aceptar las indecentes y paranoicas exigencias del secuestrador. Pide a sus colaboradores que el vídeo no llegue al público pero éstos le dicen que desgraciadamente ya está en YouTube. Inicialmente los medios de comunicación paran la noticia pero, poco a poco, va filtrándose y acaba saliendo en todas las televisiones. El pueblo está con Callow y le apoyan: no debe transigir por mucho que eso le cueste la vida a la bella Susannah. Pero hete aquí que, después de una fracasada operación de rescate, el secuestrador manda otro vídeo más en el que presuntamente corta en vivo y en directo uno de los dedos de la princesa, recibido en una caja por el canal UKN con su anillito y todo. Y la opinión pública, que una hora antes respaldaba a Callow, cambia radicalmente de opinión y pasa a exigirle al primer ministro que ceda a las pretensiones del chantajista: "Podemos tener otro primer ministro", dice uno de los encuestados, "pero princesa sólo hay una".

Callow recibe una llamada de la mismísima Reina de Inglaterra: "Por favor, haga usted todo lo que pueda por ella". "Usted", dice Callow, "ha dicho usted. No ha dicho hagan ustedes sino haga usted lo que pueda". Los asesores del primer ministro le indican que, en caso de no acceder a tener relaciones sexuales con el cerdo, el Partido ya ha advertido que se convertirá en carne política de cañón, un apestado social cuya familia correrá serio peligro. Callow acaba cediendo. Tranquilizan químicamente al cerdo y se le pide al primer ministro que se tome su tiempo, aunque tampoco demasiado no vaya a ser que alguien interprete que le gusta. A las tres y media, media hora antes de que concluya el plazo, el secuestrador, que resulta ser un artista llamado Carlton Bloom, libera a Susannah y luego se suicida pero absolutamente nadie se da cuenta porque a esas horas todo el mundo está viendo la televisión. Un año después Callow tiene una imagen política envidiable, lidera todas las encuestas pero su matrimonio es un desastre. Pues bien: José Mourinho ha preferido no hacérselo con el cerdo.

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