Pues no, el cliente no siempre tiene la razón, y en el fútbol menos aún. Ese era un lema comercial, el anuncio de unos grandes almacenes, pero el cliente se equivoca como se equivoca todo hijo de vecino, otra cosa es que el vendedor le dé la razón como a un loco. Por ejemplo: el cliente se equivocó lamentablemente con Karim Benzema, que ahora limpia su buen nombre con goles y se reivindica con un protagonismo del que siempre careció, más que nada porque le tocó cohabitar con uno de los futbolistas más protagonistas del fútbol mundial del último medio siglo, con Cristiano Ronaldo. De Benzema se han dicho auténticas barbaridades, que si no se implicaba, que si era frío, que si era indolente, que si no le importaba lo que pasaba en el Real Madrid, que si iba a su aire... Si hiciéramos el ejercicio de recopilar todos y cada uno de los adjetivos que se aplicaron al mejor y más talentoso futbolista francés desde Raymond Kopa llegaríamos a la conclusión de que son bastante similares a los que hoy se utilizan con Gareth Bale. Pero el cliente madridista no tenía razón y yo, por mucho que quiera a esa afición, no pienso darle la razón como a un loco. El socio y aficionado madridista se equivocó lamentablemente con Benzema, que quedó desguarnecido en muchísimas ocasiones y que tuvo que mendigar el poquísimo cariño que se le dio.
Hace cuatro años que Karim no va convocado con Francia y eso es algo que también hay que agradecerle a Didier Deschamps. Benzema no ha vuelto a ir con su selección por el famosísimo "caso Valbuena", ¿recordáis?... Lo último que hemos sabido de la acusación de chantaje que pesa sobre el delantero del Real Madrid data de junio de este mismo año, y es que el caso llegaba al Tribunal Supremo francés. Si ves una fotografía de Benzema de 2016 y otra del actual te das cuenta de lo extraordinariamente bien que le ha venido al bribonazo no volver con Francia. Karim es otro, más joven, infinitamente más fino, pareciera que se hubiera hecho un lifting, ha rejuvenecido el tío. Pero en aquellos días terribles hubo quien, y desde la propia trinchera además, fusiló al alba al delantero y lo hizo sin un juicio previo y pretendió además que se le apartara del equipo porque manchaba la imagen del trece veces campeón de Europa. El club se portó con él muchísimo mejor que Francia y Benzema aprendió que su patria no era otra que el Real Madrid y que la capital de ese reino imaginario se encontraba situada en el estadio Santiago Bernabéu.
Hoy escribía en Marca que, hasta hace un par de años, los benzemistas viajábamos en patera y que ahora el barco de Karim parece el puñetero Queen Mary II. Los camarotes del mayor transatlántico del mundo están a tope, no cabe ni una aguja, parecen los de la película de los hermanos Marx. Se llama amnesia, la que el cliente madridista en general (porque también hubo quien, en los años de plomo, supo ver lo extraordinariamente bueno que es este jugador) ha sufrido con un futbolista incomprendido y al que se exigió tozudamente que fuera una silla cuando él siempre fue una mesa. Así que el cliente no tenía razón y, eso sí, hoy se queda con el trazo grueso del gol cuando resulta que este delantero no es pintor de gotelé sino otra cosa, un genio. Ni tampoco es cierto que sea un delantero sin gol y a las pruebas me remito: más goles que Cristiano en la Juve desde que sus caminos se separaron. Benzema siempre tuvo gol, lo que ocurre es que los marcaba todos otro. Y si a CR7 le gustaba jugar con Karim era por la sencilla razón de que, para un 9, no puede haber en el mundo un socio mejor.
Yo al cliente le perdono... porque le quiero. También le perdoné que no le pasase una al inimitable y queridísimo Manolo Velázquez o que acribillase con su desprecio al futbolista con más talento que ha surgido de la cantera del club en los últimos 40 años, Rafa Martín Vázquez. O que, ya puestos, ningunease a Guti, revindicado una vez que hubo colgado las botas. Como no hay memoria, aquellos que le negaron no tres sino trescientas veces saldrán a encabezar ahora la manifestación a favor de Benzema. Nunca es tarde si la dicha es buena y eso incluso en el caso, como el actual, de que la dicha haya tardado en llegar ni más ni menos que siete años. Karim también os perdona. Karim también os quiere. Pero dejad de pronunciar su nombre en vano por favor. Disfrutad, aplaudid y callad.