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El penúltimo raulista vivo

Benzema en su trinchera

Que lo de Villa es pasajero lo sabe todo el mundo. Hace bien poco reconoció que sus nuevos compañeros del Barcelona jugaban demasiado rápido incluso para él, que es un campeón del mundo. Los delanteros tienen rachas y David está atravesando ahora mismo por una muy mala; no sé si definirlo como "ansiedad", pero lo cierto es que, cuantas más vueltas le dé a la cabeza, más tiempo tardará en pasar. Villa se convertirá en el máximo goleador histórico de la selección española y seguro que acabará siendo el referente atacante de su club, excepción hecha de Messi que, a lo que se ve, se ha convertido en el referente atacante, centrocampista y hasta defensivo del equipo dirigido por Guardiola. Lo de Villa pasará porque al chico se le nota implicado, centrado en su trabajo y obsesionado por cumplir a rajatabla con lo que le pide el entrenador.

Peor pinta tiene lo de Benzema. Reconozco que había depositado en este chaval mucha confianza y no pensaba que compartiera con Anelka otra cosa que no fuera la nacionalidad. Estaba más o menos seguro de que el Real Madrid se había garantizado un delantero centro de primer nivel mundial para mucho tiempo y que Karim acabaría explotando en cualquier momento. Sigo pensando que tiene unas condiciones innatas para jugar al fútbol, pero ya no me atrevería a poner la mano en el fuego porque acabe triunfando vestido de merengue. No es nada sencillo llegar al Real Madrid, más difícil aún es mantenerse y acabar triunfando está al alcance de muy pocos. Lo de Villa, como decía, pasará porque David está centrado en lo suyo; lo de Benzema tiene complicada solución porque transmite una sensación de ausencia que tira de espaldas. Además, y por si fuera poco, creo que la afición del Madrid le ha cogido "gato" al francés.

Ayer, por primera vez en mucho tiempo, vi a once jugadores entregados, once gladiadores dispuestos a morir en la arena. Cuando a un futbolista del Racing se le ocurría recibir el balón, al instante tenía a tres madridistas mordiéndole los tobillos. Los jugadores se repartieron el trabajo: Di María corrió la maratón Barkley; Xabi Alonso y Khedira participaron en la Tough Guy Challenge; Pepe, Cristiano e Higuaín en la Iron Bike. Todos acabaron literalmente muertos, desfondados, con problemas musculares. Y, cuando Mourinho decidió sacarle con el 6-0, Benzema desembarcó en Normandía parapetándose tras los heridos de la batalla, esquivando las balas, refugiándose en las trincheras. Cada vez que Karim cogió el balón sonó un murmullo en el estadio Santiago Bernabéu. Es ése, por cierto, el mismo murmullo de desaprobación que acabó con Prosinecki o Hagi, que eran jugadores con más clase que Benzema, y que empezaba a recibir peligrosamente a Kaká cada vez que agarraba el balón. El martes, en Murcia, a Karim le darán otra ocasión de demostrar lo que vale. Podría ser la última. A Mourinho no le sirven aquellos que se hacen los muertos.

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