El 7 de agosto de 1974, a eso de las siete y cuarto de la mañana, el funambulista, mimo, monociclista y mago francés Philippe Petit, de 24 años de edad, cruzó ocho veces sobre un cable de acero de doscientos kilos la distancia de sesenta metros existente entre las Torres Gemelas de Nueva York y a una altura aproximada de cuatrocientos metros sobre las calles de Manhattan. Petit no se limitó únicamente a pasearse sino que aún tuvo la sangre fría necesaria para sentarse sobre la cuerda floja, hacerle una reverencia a su anonadado público y llegar incluso a mantener un "diálogo" improvisado con una gaviota que se puso a volar sobre su cabeza. Cuarenta años después otro mimo francés, Karim Benzema, paró el tiempo en Getafe al realizar una maniobra futbolística que nos dejó a todos con la boca abierta.
El partido estaba atascado. El Getafe no pensaba demasiado en jugar, le quemaba el balón en los pies y su única intención pasaba por no encajar ningún gol y luego tratar de salir de su área con una destartalada contra o, aún mil veces mejor, buscar un córner o una jugada de estrategia. Corría el minuto 63 y la cosa se ponía ciertamente fea para el Madrid, que tenía que ganar o ganar para así lograr esquivar momentáneamente la enésima crisis que a buen seguro cantarían esa misma noche las radios, periódicos y televisiones de toda España. Ya sonaba en el Coliseum Alfonso Pérez la banda sonora de Psicosis, obra del gran Bernard Herrmann, ya se oía de nuevo por lontananza el chiflo del afilador cuando, como decía, Benzema paró el tiempo: recibió el balón en la izquierda, casi tocando la cuerda floja de la línea de fondo, se fue primero de Alexis, sentó más tarde a Naldo, hizo una reverencia, charló con una gaviota y le pasó el balón a Cristiano que sólo tuvo que empujarla dentro. Se acabó el partido.
Después de la butragueñada de Benzema vino un gol de Bale con el exterior que, de no ser por la genialidad del francés, se habría convertido sin duda alguna en el jugadón del día. La verdad es que empieza a resultarnos a todos un poco cansino este galés con ese inútil y vano empeño suyo (lo dicho está dicho y eso no lo va a cambiar ni un Balón de Oro) por demostrarnos a todos que ni está gravemente lesionado ni se dispersa tampoco del juego con facilidad. Y, para acabar, el segundo de Cristiano, que lleva 28 y, con un partido menos, acaba de igualar otro registro de Messi en la primera vuelta. Tal y como estaba previsto ganaron los tres de arriba. El Real Madrid acaba de conquistar nuestro Torneo Apertura y aventaja en un punto, que podrían ser cuatro, al Barça, y en cuatro, que podrían ser siete, al Atleti. Todo vuelve a la normalidad: Cristiano es el mejor, Benzema un genio, la BBC carbura, el Madrid quiere vender a Bale y Florentino está a punto de llamar a Aznar, que ya tiene el teléfono en la mano para llamar a Gallardón. La vida sigue igual... hasta la crisis de mañana.