Después de diez meses de tomaduras de pelo, de idas, de venidas, de cortinas de humo y de pura distracción, un juez de la Audiencia Nacional decidió ayer archivar el caso de la pitada al himno nacional y los insultos al Rey Felipe VI de España producidos en la final de la Copa del pasado 30 de mayo; en su decisión, el juez Andreu considera que son íntegramente aplicables los argumentos de la fiscalía, que, con motivo de unos hechos similares acaecidos en 2009, argumentó que "la libertad de expresión es la piedra angular de los principios de la democracia". Tengo una sana curiosidad por saber cómo de ligera rodaría por la pendiente de la sacrosanta libertad de expresión dicha "piedra angular" si, llegado el hipotético caso, a un enjuiciado se le pasara por la imaginación (que al fin y al cabo, tal y como dijo tan acertadamente Salman Rushdie, "no puede ser aprisionada") recibir a su señoría con una sonora pitada nada más acceder a la sede judicial. La pregunta es: en España, ¿vale más un juez que un Rey?...
¿Por qué en Francia sí se considera un delito insultar al presidente de la República o pitar el himno nacional y aquí no? ¿Cómo es posible que en Alemania se contemplen penas de cárcel y aquí no? ¿Acaso por Francia o por Alemania, que son democracias consolidadas desde hace bastante más tiempo que España, no son capaces de hacer rodar con ligereza la piedra angular de la libertad de expresión?... Por supuesto que no. Lo que sucede es que, aunque nos pueda parecer mentira, en Francia y en Alemania se quieren mucho mientras que aquí, en España, nos odiamos a nosotros más que nadie. Nos odiamos hasta tal punto que, hace ya mucho tiempo, el legislador decidió poner por escrito que hay unos españoles que son de primera y otros que son de segunda; y es verdaderamente curioso puesto que a los que están en la primera categoría, muchos de los cuales pitaron en mayo el himno nacional y humillaron a nuestro Rey y volverán a hacerlo, y con más motivo tras la decisión de ayer de la Audiencia Nacional, en la próxima final copera, no se les incluyó por el hecho de sentirse más españoles o querer más a España sino justamente por todo lo contrario... ¿Alguien lo entiende?
La decisión del juez Andreu abre por supuesto la puerta de par en par a quienes decidan pitar el himno nacional y volver a insultar a Felipe VI. Lo que vino a decirnos ayer la Audiencia Nacional es que les ampara la ley y que podrán ciscarse en nuestros símbolos nacionales y en nuestro Rey cuantas veces les venga en gana, todo con tal de que ruede la piedra angular de la libertad de expresión. Desde el punto de vista de un español que ame a su patria sólo quedan, a mi modo de ver, dos opciones: o no ver la final o bien rezar para que el próximo 21 de mayo los secesionistas y los enemigos de España no tengan diarrea. De producirse, de repetirse la humillación, volverá a ser un espectáculo bochornoso y el ejemplo más claro de que los españoles nos odiamos tanto a nosotros mismos como para ser capaces de consentir algo así. Volverá a ser un espectáculo bochornoso, sí, pero no será en el estadio Santiago Bernabéu, ahí no, no señor. Y no será en el Bernabéu porque, maldita casualidad, justo ese día toca Bruce Springsteen. Bendito Boss.