Como dice Federico Jiménez Losantos, Sergio Ramos junior ha llegado con La Décima debajo del brazo. A ese niño habría que ir poniéndole desde ya una cláusula de rescisión de contrato. De su papá, el gran Ramos, llevo repitiendo lo mismo desde 2005, año en el que se confirmó su fichaje por el Real Madrid: Florentino Pérez engañó a José María del Nido pagándole "sólo" 27 millones de euros; el presidente madridista debería coger ahora mismo el AVE de regreso a Sevilla para completar hasta el medio centenar de millones la cifra que debió pagarse en su día por el fenomenal defensa central de Camas. Ya no recuerdo lo que se dijo hace casi nueve años después de la contratación de Ramos y si, como en los casos de Cristiano y Bale, se afirmó que pagar tanto dinero por un defensa era una locura, no lo recuerdo.
Eran los años "galácticos" (término que jamás empleó nadie del club para definir a un jugador y que fue inventado por Relaño) y la teoría por aquel entonces era la de que a Florentino Pérez se le había metido entre ceja y ceja extranjerizar al Madrid. Pero Ramos no era "el primer fichaje español" de Florentino sino probablemente el primer fichaje de un español de fuera de la cantera merengue capaz de ponerse esa camiseta sin que le recorrieran unos sudores fríos por todo el cuerpo. Seguro que los mismos que ahora exigen el Balón de Oro para Sergio dijeron en 2005 que era muy caro. Y seguro que los mismos que dijeron en 2005 que Ramos era muy caro luego callaron, por ejemplo, cuando el Bayern de Munich fichó a Javi Martínez por 40 millones. La varita de medir...
Efectivamente Sergio Ramos pasará a la historia como el héroe de La Décima. Y a nadie debiera extrañar que, pasados unos días, el defensa subiera al despacho presidencial para preguntar qué hay de lo suyo. Ese, y no el que Özil senior inició para pedir más dinero para su hijo a los dos días de caer eliminado el Madrid de la Champions, sí es un camino correcto. Porque, por si todo lo anterior fuera poco, Ramos representa mejor que nadie fuera del campo los valores de ese club y porque ha sabido meterse en un puño a la afición más exigente del mundo. Es cierto que el herniado Bale, el nuevo Woodgate, la mayor locura económica de la historia reciente del fútbol mundial, cerró la Décima después de finiquitar una Copa, lo cual tiene un mérito indudable si tenemos en cuenta las lamentables condiciones físicas en las que se encuentra el galés, pero la llave de la competición más ansiada la tuvo siempre desde el principio Sergio Ramos en el bolsillo... y en la cabeza. Bendita cabeza del héroe de la Décima.