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El penúltimo raulista vivo

Bale y aquella vieja cancioncilla del capitán Quint

El Bernabéu recibió bien a Ramos y despidió mal a Bale. En cuanto al recibimiento de la afición al nuevo primer capitán del equipo, que ya digo que fue razonablemente buena, aunque tampoco sin aspavientos, te da una sensación precisa de la verdadera influencia de Twitter, que es más bien escasa por no decir que ninguna. Nada más conocerse que seguía, y cobrando más como él pretendía inicialmente, a Sergio empezaron a cocinarle un mal recibimiento, que afortunadamente no se produjo. Agazapados en las esquinas de las redes sociales, refugiados tras el anonimato, los asustaviejas ansiaban que Ramos pagara el pecado de haber coqueteado con el United, pero el público real, que no el virtual, decidió pasar página... y empezar a disfrutar del fútbol, que es algo que al parecer son incapaces de hacer estas moscas cojoneras tuiteras. Para bien o para mal, y yo me inclino por lo primero, Sergio Ramos va a ser futbolista del Real Madrid al menos hasta el año 2020, y pitarle en agosto de 2015 no figura, creo yo, entre las cien mil mejores ideas de un madridista sincero.

El Bernabéu recibió bien a Ramos y despidió mal a Bale precisamente porque la influencia mediática de los asustaviejas es poca mientras que la de los Tattaglia es mucha y mientras que los primeros viajan en patera los segundos tienen a su disposición la Acorazada Brunete. Que en el estadio blanco se despida con pitos a las primeras de cambio, y cuando casi no ha empezado ni a rodar la pelota, a uno de los futbolistas que más dinero le ha costado al club, a un chaval de Cardiff que tenía colgada en la pared de su habitación un póster del Real Madrid y cuyo sueño era vestir de blanco, es una idea casi tan buena como la de Matt Hooper queriendo meterse a toda costa en la jaula antitiburones con "nuestro gran blanco" dando vueltas por ahí. Al oír los primeros pitos a Bale de la temporada verano-otoño, casi me dieron ganas a mí también de cantar aquella vieja cancioncilla del capitán Quint: "Ya me marcho de aquí, vieja dama española, me voy para nunca volver"...

El público del estadio Santiago Bernabéu siempre ha sido especialmente desabrido con los suyos, y todo en aras de una falsa exigencia.Y ahora, ya digo que debido a la nociva y venenosa influencia tattagliesca, la ha tomado con Bale. El Bernabéu pita a Bale, que es suyo, y despide con aplausos a Sneijder, que aunque también lo fue no ganó una Copa de Europa ni un gol suyo valió por supuesto otra Copa del Rey. Bale es un ejemplo dentro del campo, sí, pero también fuera: no bebe, no fuma, duerme cuando tiene que dormir, come lo que debe comer, se cuida, entrena como un campeón y esta casado con su novia de toda la vida; pues bien, hasta eso sirve de mofa entre algunos madridistas que al parecer prefieren regalar aplausos al que se bebió el Nilo antes que dárselos a quien está empeñado en triunfar de blanco. El socio del Real Madrid ha sido testigo (y colaborador directo) de las gestas europeas más memorables de la historia del fútbol, pero estoy convencido de que si el equipo blanco jugara siempre fuera del Bernabéu tendría diez Ligas más en sus vitrinas. Ahora Bale es el malo. Hasta que le echen. O él se aburra. Y Marcelo es el genio. Hasta que una pifia suya en defensa le cueste al equipo encajar un gol. "Ya me marcho de aquí"...

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