¿Cuándo se convierte realmente un futbolista en un problema para su club? Un futbolista se convierte en un problema para su club cuando, como ha pasado con Leo Messi y el Barcelona, quiere salir pero no le dejan. Si retienes a un jugador contra su voluntad, y más aún si hablamos de uno que cobra cien millones de euros brutos al año, dependes de su profesionalidad, pero al final la profesionalidad es algo demasiado subjetivo. Si Messi rinde a su nivel habitual, que es extraordinario, nadie notará nada raro, pero si a Messi se le ocurre jugar peor de lo que lo hizo anteriormente todo el mundo achacará su menor rendimiento a su salida frustrada. Al PSG, por ejemplo, le ha salido relativamente bien con Neymar, que también expresó por activa y por pasiva su intención de irse del club parisino. Neymar asumió que con su club no se jugaba después de los precedentes de Verratti, que también quiso salir, y sobre todo de Rabiot, y llegó a la conclusión de que o se quedaba o peligraba su carrera deportiva. Verratti recondujo su situación pero Adrien Rabiot, que es un superclase, forzó una salida imposible, perdió valor y caché y, de ser un futbolista cotizadísimo, ha pasado a estar en la Juventus de Turín más perdido que un elefante en una cacharrería. Todo depende del interés que tenga el jugador en cuestión en seguir con su carrera deportiva. Si el futbolista quiere salir pero no tiene más remedio que quedarse pero tiene interés en jugar, lo hará, jugará a regañadientes pero intentará hacerlo lo mejor posible. Pero si, por lo que sea, al futbolista le da aparentemente lo mismo, todo se convertirá en una partida de ajedrez entre el club y el jugador. Y cuanto mayor sea la dimensión del futbolista, mayor será el problema para el club. Y en esas está precisamente el Real Madrid con Gareth Bale.
Aunque ha perdido valor porque Bale no cuenta para Zidane, el futbolista galés tiene una dimensión planetaria. Bale no juega, y ese es un factor en contra del Real Madrid que parece no importar demasiado a Zidane, que es de otro mundo, pero hay equipos que están interesados en él por lo que jugó en el pasado, que lo hizo y muy bien. Bale ha jugado tan bien en el pasado que aún hoy, y después de tanto tiempo, tiene mercado. Como Bale es potencialmente tan bueno cobra mucho dinero y, en plena pandemia, el dinero no sobra precisamente. No juega, pero cobra mucho y, en apariencia, al futbolista no le importa quedarse en el banquillo. Aparece jugando al golf, riéndose con la mascarilla, sale del campo antes de que acaben los partidos de su equipo... Todo fachada porque, en el fondo del fondo, Gareth Bale no es ese galés indiferente y pasota al que le da igual quedarse en la grada o estar sobre el campo. Bale quiere jugar, le divierte jugar, quiere ser protagonista. De ahí que, cuando faltan veinte días para que se cierre este atípico mercado de invierno, el entorno de Bale haya movido ficha. Lo ha hecho porque Bale quiere jugar... porque pretende ser protagonista con Gales en la próxima Eurocopa. También ha movido ficha el Tottehnam, el Tottenham de José Mourinho, que ya trató de ficharle para el United y... ¡también para el Real Madrid!
Hoy a Mourinho le han preguntado por Gareth Bale y Mou, por supuesto, ha tirado de manual: que si no hablo de un futbolista de otro equipo, que si patatín, que si patatán... Pero, casi al final, Mourinho ha cometido un error infantil, uno de parvulario, al decir que él ya trató de llevarse a Bale al Real Madrid, confirmando su interés por el futbolista. El tiempo, dicen, corre a favor del Tottenham, que no quiere asumir toda la ficha del galés, pero yo no lo tengo tan claro. Y no lo tengo tan claro porque dices Tottenham e inmediatamente piensas en Mourinho y, ¿en quién más? Si el Tottenham quiere dar un salto de calidad necesita una superestrella y hoy no hay en el mercado ninguna superestrella que esté en venta (o en alquiler) como Bale, ninguna.
Lo que, desde el punto de vista de un madridista, queda al final es el poso amargo de lo que pudo haber sido y al final no fue. Nos habría gustado que Bale hubiera sido ese jugador capaz de recoger el testigo de Cristiano, pero no lo fue. Nos habría gustado que Bale hubiera marcado una época y, aunque aparece en la mayoría de las fotos importantes del Madrid, no lo ha hecho. Hablamos de él como si de un descarte se tratara, una rémora, un peso muerto del que hubiera que desprenderse. Y si hablamos de él como si de un peso muerto se tratara es... porque lo es. Hoy por hoy, y no sólo por una circunstancia sino por muchas, Bale es eso, un peso muerto para el Real Madrid. Y, aunque Mou le quiera, Daniel Levy lo sabe, sabe que es un marrón del que Florentino quiere deshacerse en parte, sólo en parte, porque Zinedine Zidane ha renunciado a su labor de entrenador con él. Habrá que esperar.