Bale es el hombre. Sin duda. Bale es ese golpe de efecto, que no efectista, que necesita un club del poderío del Real Madrid. Y el jugador se merece sin duda alguna todos los esfuerzos económicos que se hagan por él. A diferencia de Neymar, que tiene trazas de ser un fantástico futbolista pero cuya experiencia queda reducida a una Liga de chicle como la brasileña, Gareth Bale se ha doctorado en la Premier. Y el angelito (un "buey" en palabras de Harry Redknapp) tiene sólo 23 años. Por lo demás de Gareth sólo se tienen unas inmaculadas referencias personales y profesionales. A los 14 años ya corría los 100 metros en 11.4 segundos y practicaba cualquier tipo de deporte, desde el rugby hasta el hóckey pasando por supuesto por el fútbol. Es una bala o, parafraseando a mi amigo Miguel Serrano, una tuneladora.
Por otro lado Bale no lleva adosado a un grupo de amigos del "insti" que vayan por ahí bailando hip-hop, que saluden como unos trekkies y a los que haya que pagar el viaje Cardiff-Madrid cuatro veces al año. El entorno de un futbolista de élite es fundamental, tanto como sus piernas. Maradona era un genio con un entorno endiablado. A Messi empieza a sucederle lo mismo. Neymar ya viene de fábrica con ese entorno. Bale no. Bale viene él solito. Quiere jugar en el Real Madrid, hacerlo al lado de Cristiano y disputar la Champions y ganarla con la camiseta merengue. Hay un problemilla para que todo eso suceda: Daniel Levy, un duro hueso de roer que sabe perfectamente que tiene un diamante en sus manos y con quien habrá que dejarse la piel. El éxito, claro, no está garantizado pero en el Real Madrid también saben que Bale es el hombre.
De repente se ha abierto una grieta en el muro del Tottenham. La "grieta" en cuestión se llama Jesé y se apellida Rodríguez Ruiz. Mientras que Bale es un cheque en blanco, Jesé promete ciento volando. Al igual que Neymar el canario posee maneras de crack pero su banco de pruebas ha sido hasta la fecha la Segunda División. Parece que Jesé acabará siendo una estrella y algunas declaraciones del chaval demuestran que él (o su entorno) cree que eso ya es así a día de hoy. No lo sé. Lo que sí sé es que, de ser cierto el interés del club inglés por Jesé y dando por hecho que su traspaso podría desbloquear una complejísima operación que hasta hace bien poco parecía misión imposible, yo no me lo pensaría dos veces. Si Jesé es la llave, entréguesele la llave a Levy. Bale no es gaseosa, Bale es una botella de champagne de Armand de Brignac.