Históricamente siempre se vendió desde Barcelona que en el centro de la península existía una suerte de organización indefinida encargada de suministrar ilícita y fraudulentamente al Real Madrid, el equipo del Régimen, de triunfos, títulos y demás éxitos deportivos. La falacia arraigó de tal forma que, fieles a la frase de Joseph Goebbels sobre que una mentira repetida mil veces se convertía en una verdad, siempre que le iba mal al Barça era, lógicamente, debido a que la maquinaria centralista, fenomenalmente engrasada, se había puesto en funcionamiento con objeto de impedir a cualquier precio que los culés sacaran la cabecita. No eran Di Stéfano, Puskas, Rial o Gento los "culpables" del arrollador éxito merengue sino la corrupción de un sistema creado para beneficiar a un club en detrimento del resto.
Tanto caló y tan agresivo fue el marketing negativo dirigido contra el Real que, no hace tampoco demasiado tiempo, Joan Gaspart vino a decir que el Madrid sólo había ganado tres Copas de Europa porque el resto habían sido obtenidas de aquella manera. La majadería no resiste un debate mínimamente serio, y no hay más que acudir al palmarés madridista para comprobar que la primera Liga conquistada por el Real durante la dictadura fue en la temporada 1953-1954. ¿Fue menos dictador el General Franco entre 1939 y 1952? Aquello convirtió al Barcelona en un club acomodaticio y autocomplaciente: cuando ganaba lo hacía por méritos propios y contra viento y marea, y cuando perdía se debía a los imponderables del centralismo.