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El penúltimo raulista vivo

¡Autor, autor!

Como a Miguel de Unamuno, a Paulino Cubero también le duele España. El Comité Olímpico y la Sociedad General de Autores y Editores han dado cuerda a este poeta del pueblo y para el pueblo y ahora será francamente interesante comprobar quién es el guapo que le echa el lazo. Cubero, que escribió una letra del montón, se siente como Alexander Solzhenitsin en la URSS de Stalin, un represaliado, un hombre marcado por las "miserias de la patria", un poeta perseguido a quien sólo le queda esperar a que los buitres ronden encima de su casa en busca de la carroña. De momento, para ir abriendo boca, ya le he oído pidiendo un trabajo para él y para su mujer y amenazando veladamente con empapelar de demandas el despacho del presidente del COE; no ha perdido el tiempo nuestro moderno Diógenes. Me pregunto cuántas veces y en qué tono habrá maldecido Alejandro Blanco aquel infausto día en que se le ocurrió la idea de organizar un concurso para ponerle letra al himno nacional español.

Así que la letra del himno se nos ha venido abajo en la primera estrofa, justo en la que se dice eso tan voluntarista de "cantemos todos juntos", como si Joan Tardá o José Luis Carod, que pidió el boicot para Madrid como organizadora de los Juegos de 2012, fueran a cantar el himno español porque lo dijera Cubero. Nadie cantará absolutamente nada, tampoco Plácido Domingo, porque la gala del 21 de enero ha sido retrasada sine die y, según he creído deducir de sus declaraciones, eso ha molestado especialmente al autor a quien se aseguró, como al resto de participantes en esta Operación Triunfo, que su letra sería interpretada por nuestro tenor más universal. Domingo, poseedor de una voz prodigiosa capaz de ponerle a uno los pelos de punta, podría cantar cualquier cosa que le pusieran delante, incluso esa, pero el COE ha entendido, yo creo que acertadamente, que si hay que sacar la pata se saca toda y que no se puede andar con medias tintas.

De forma que Cubero ha sido vencido por las "miserias de la patria" y el Comité de Sabios elegido para la ocasión, con Emilio Casares al frente, acaba de ser ninguneado porque la letra que eligió no contaba con el imprescindible consenso. Nuestro himno nacional nunca tuvo letra, salvo, extraoficialmente, la que escribió Eduardo Marquina en tiempos de Alfonso XIII y, posteriormente, la que José María Pemán confeccionó por encargo de Miguel Primo de Rivera. He leído en Libertad Digital el artículo del hijo de este último, y yo, al igual que él, también me quedo indiscutiblemente con la letra que escribió su padre, aunque, a diferencia suya, no vea por ningún lado la necesidad de que la Marcha Real tenga letra. Nuestro himno nacional es el que es y punto, y si algún día decidimos buscarle una letra deberá ser contando con todos y no yendo deprisa y corriendo a buscar un Bisbal.

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