Con La Décima aún caliente, con Ancelotti en plena rueda de prensa y los jugadores irrumpiendo para abrazarle, achuchándole como a uno de los suyos, yo seguía pensando que el proyecto bueno era el de Mourinho. El proyecto de Mourinho, claro, con todas sus consecuencias, las buenas, las malas y las peores, con títulos y sin ellos, con victorias épicas y derrotas dolorosas... pero el proyecto de Mourinho al fin y al cabo. Me alegré, por supuesto, tanto como el que más con el gol de Ramos y los que vinieron después, los de Bale, Marcelo y Cristiano, pero siempre creí, y aún hoy creo, que el proyecto bueno era el de Mourinho. A Mourinho no se le defendió, se le dejó solo, y hubo madridistas que compraron la mercancía averiada de que al Real Madrid le odiaban por el portugués cuando resulta que al Real Madrid siempre le han odiado en España... los antimadridistas.
Aquí huele a fin de ciclo. O, como en la peli de Martes y 13, a muerto. Y algo habrá que hacer. Habrá que hacer algo porque el hedor, que antes afectaba únicamente a Rafa Benítez, ha ampliado su radio de acción hasta los jugadores y, subiendo, subiendo, ha tocado también a Zidane y, por supuesto, a Florentino Pérez. Huele a proyecto muerto y la gran duda ahora mismo es saber quién y cómo podrá resucitarlo. El mejor, Mourinho, ha llegado a un acuerdo con el United... Si no es Mourinho, ¿quién?... ¿Zidane?... El Fútbol Club Barcelona va a seguir ganando porque tiene a Messi, que con 28 años tiene aún mucha carrera por delante; también, salvo que Simeone se vaya, va a seguir ganando el Atleti. El problema del Real Madrid (habrá que especificar que el de fútbol) es que, de un tiempo a esta parte, se ha convertido en un equipo perdedor.
Tal y como está el equipo ahora mismo, la Copa de Europa es una quimera, un sueño imposible, algo inalcanzable. Por si faltase algo, el olor a muerto es un olor temprano; quiero decir que estamos en marzo y a este equipo (y a este entrenador y a este presidente) les quedan por delante al menos tres meses de sufrimiento, dolor y crujir de dientes. A estas alturas ya sobran las palabras, las frases huecas, los comunicados. Y, en medio del insoportable hedor a fin de ciclo, aún hay jugadores que, con o sin intención, queriendo o sin querer, se bajan del tren en marcha desmarcándose del fiasco. Madridismo es Llull, sí, pero no porque ayer la enchufara desde 21 metros sino porque lo intentó. Lo intentó hasta el final, como el resto de sus compañeros, y la enchufó aunque, como él mismo dijo, fue un churro. A un muerto no se le puede hacer una transfusión de sangre; a un muerto se le da cristiana sepultura y se reza por él una oración. Recemos, pues, y soñemos con un futuro integrado por vivos y no por muertos. Amén.