Debo reconocer que a mí cuando más gracia me hacen algunos entrenadores de fútbol es cuando hablan de lo suyo, de lo de la pelotita, como lo haría Kolmogorov de su teoría de los sistemas dinámicos o Brouwer del teorema del punto fijo. Claro que, bien pensado, de alguna forma tendrá que justificar Juande Ramos, por poner sólo un caso reciente que me viene a la cabeza, los seis millones de eurazos que va a cobrar del Tottenham por cada una de las temporadas que va a estar en la City. No digo que Quique Sánchez Flores no sepa bastante más de fútbol que un taxista, que fue el ejemplo que puso hace algún tiempo Valdanágoras, pero tampoco veo yo a Frank Rijkaard o a Javier Aguirre probando la finitud del número de grupos de simetría n-dimensionales o refutando la hipótesis de Mertens.
Está claro que Bernd Schuster sabe de fútbol más que la inmensa mayoría de periodistas deportivos, sólo faltaría. Por otro lado, lo realmente increíble sería que Schuster, que lleva dedicándose exclusivamente al fútbol desde que tenía 16 años, no supiera más que los demás; muy tonto tendría que ser. Está tan claro eso como que el día de su presentación como nuevo entrenador del Real Madrid, Schuster prometió títulos y aseguró que los socios verían buen juego. Esa declaración del alemán no fue improvisada y si la hizo fue precisamente porque sabía que a su antecesor en el cargo, que ganó la Liga, le echaron a la calle porque el equipo no jugó bien. Trayendo a Schuster, Calderón buscaba la excelencia y, hasta la fecha, el único excelente ha sido el de casi siempre, Iker Casillas. Y ese ya paraba antes.
No entiendo a este Schuster, que a lo mejor ha sido siempre el mismo y me tenía engañado, y ahora ya no sé si llegó bobo del Getafe o lo que le ha embobecido ha sido precisamente el verse a sí mismo sentado en el banquillo de todo un Real Madrid. Tampoco hace falta ser periodista para darse cuenta de que su equipo no juega a nada identificable, y que las pocas veces que este Madrid se parece a algo es justamente al equipo que entrenaba Capello, a quien, como ya dije antes, despidieron por jugar mal, muy mal, al fútbol. Tal y como yo lo veo, Schuster tiene que centrar sus energías en conseguir que el Real Madrid pase de jugar mal, como ocurre ahora, a hacerlo bien, que es lo que prometió. Si no quería que la prensa le criticase habría hecho mejor en no salir nunca del Augsburgo, aunque quizás allí no podrían haberle fichado jugadores por valor de 140 millones de euros.
Preguntado una vez por la fórmula del éxito, Albert Einstein apuntó en la pizarra lo siguiente: "A=X+Y+Z", siendo la X el trabajo y la Y la suerte. "¿Y la Z? – preguntó alguien – ¿qué es la Z?". A lo que Einstein respondió: "la Z es saber mantener la boca cerrada". Pues eso Bernardo, aplícate cuanto antes la Z.