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El penúltimo raulista vivo

Aplaudo la zanahoria a Totti, repudio el palo a Cristiano

Ovación cerrada del público del estadio Santiago Bernabéu a Francesco Totti. Totti lleva en la Roma desde los 16 años y colgará las botas en su equipo de toda la vida con 39. Bioy Casares dijo que la eternidad es una de las raras virtudes de la literatura, la frase también es aplicable al fútbol: como todos los futbolistas excepcionales, Totti también será eterno. Consciente de que ya no podrá verle bailando por el césped, el Bernabéu fue generoso con Totti y, con la eliminatoria ya resuelta, también lo fue Spalletti, que le sacó en el minuto 74 buscando el justo homenaje de uno de los templos del fútbol mundial a uno de los jugadores más especiales del último cuarto de siglo. Como pasó con Del Piero en su día y con Pirlo más tarde, Totti también sonó con insistencia para vestir la camiseta del Real Madrid y la operación nunca acabó de cerrarse por la auténtica fidelidad, que nunca es comprada.

Nadie ha negado nunca, al menos yo no, la generosidad del Bernabéu hacia el talento propio y ajeno. Por el campo del Real Madrid han ido pasando, y pasarán a buen seguro en el futuro, algunos de los mejores futbolistas de todos los tiempos. Lo que sí he criticado, y seguiré haciéndolo, es la cicatería con el error, la tacañería cuando las cosas no van maravillosamente bien, la roñería cuando la vida no es de color de rosa. No tengo nada en contra de que el público madridista homenajee a Totti, lo tengo todo en contra de que el público madridista pite a Cristiano o, como ocurrió anoche mismo, la tome con James Rodríguez, como si la genialidad o el esfuerzo estuvieran directamente relacionados con la bronca de una grada exigente y que ya lo ha visto todo. No le demos más vueltas: si el Real Madrid ganó cinco Copas de Europa seguidas no fue gracias a su afición sino a un presidente, Santiago Bernabéu, que siempre hizo de director deportivo y que tuvo el olfato de juntar en el mismo equipo a Di Stéfano, Puskas, Rial o Kopa.

Quien siempre está es Cristiano. Está siempre porque nunca se lesiona y porque lo juega todo, y lo juega todo porque cuando no lo hace se observa un cráter en el campo. Ayer marcó su gol número 90 en la Champions, ocho más que Leo Messi. En esta edición de la Copa de Europa, Cristiano ya ha marcado 13 goles, siete más que Lewandowski, uno de los eternos candidatos a sucederle, y ocho más que Messi, con quien tratan siempre de enfrentarle, y de Luis Suárez, que según todos los especialistas está haciendo un temporadón. De lo que leo y oigo se deduce que la temporada de Cristiano está siendo regular tirando a mala; la última teoría periodística es que el público del Bernabéu no le gastiga por su juego sino "por su carácter", que es precisamente el carácter que le ha llevado a convertirse en el máximo goleador histórico en Liga del Real Madrid, máximo goleador de la Champions y tres veces Bota de Oro. Aplaudo la zanahoria a Totti, repudio el palo a Cristiano, a quien homenajearán cuando ya no esté, cuando se haya ido y se haga insostenible su vacío.

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