Ya lo decía el sabio Plutarco: "la amistad es animal de compañía, no de rebaño". La cita del biógrafo, ensayista e historiador griego viene a colación de unas declaraciones realizadas ayer por el abogado palentino Ramón Calderón, a la sazón presidente del Real Madrid, en el sentido de que la asamblea del próximo 3 de diciembre será, y utilizo palabras textuales suyas, una reunión de amigos. A lo largo de estos últimos veinte años he asistido a algunas asambleas del Real Madrid; ni muchas, ni pocas, sólo las justas. Y, sinceramente, jamás se me habría ocurrido relacionar algo tan serio como la amistad con lo que allí sucede. El propio Calderón fue, en alguna de esas reuniones a las que hago referencia, látigo presidencial y opositor inmisericorde. Lorenzo Sanz sabe muy bien de lo que estoy hablando.
No sé qué tenía que ver la amistad con todo aquello, de verdad que no lo sé. Aunque si hay algo que no pueda negársele a estas alturas a Calderón es el hecho incuestionable de que lleva mucho tiempo trabajándose la presidencia, primero desde fuera y luego desde el corazón mismo de la junta directiva que presidió Florentino Pérez. El club se habría ahorrado un montón de problemas si, a la entrada de aquellas incendiarias asambleas de socios compromisarios, hubiera colocado aquel cartelito que, en previsión de males mayores, solían colgar siempre en la barra de los salones del viejo Far West: "por favor, no disparen al pianista".
Además de hacer una referencia a la amistad, Calderón negó con firmeza que fuera a convocar elecciones el "3-D". Craso error. Ya dije que el Real Madrid necesitaba un cambio de arriba abajo, pero que el cambio sólo podría producirse si los actuales gestores del club se mostraban generosos. Precisamente porque Calderón lleva "en la mina" trabajándose el salto a la presidencia casi tanto tiempo como prisionero estuvo el Conde de Montecristo en el castillo de If, era ciertamente pesimista al respecto de su generosidad. Sólo ha estado cuatro meses en el cargo y ya ha tenido tiempo más que suficiente para borrar de la galería presidencial a Fernando Martín y a Luis Gómez-Montejano, y eliminar también de su despacho la fotografía de Florentino con Joseph Blatter el día que eligieron al club el mejor del siglo XX. Serán los socios que acudan a la asamblea del domingo que viene quienes deban decidir qué clase de amistad están buscando con la actual directiva, si la de compañía o la de rebaño. Porque ya advierto de antemano que hay por ahí sueltos demasiados pastores amateurs.