Estaba claro que Ronald Koeman fingía su valencianismo. Vino aquí como una maleta y se fue como un maletín. Entró en el Valencia pero ni el club, ni su historia, ni tampoco los problemas del equipo entraron jamás en él. Empeoró notablemente las cosas, dividió en tres o cuatro al vestuario, tuvo un comportamiento chulesco con algunos jugadores y a otros les consintió absolutamente de todo. Nunca dudó, siempre lo tuvo todo claro, jamás se bajó del carro y no hizo prisioneros. Koeman llegó como Wyatt Earp y se fue como Doc Holliday, dejándole el vestuario a Voro convertido en un auténtico O.K. Corral. Afortunadamente para todos los seguidores valencianistas, quien fuera delegado del equipo consiguió reconducir a última hora la situación. Koeman, en suma, estropeó más que arregló y se fue cobrando un año que no había trabajado. Misión cumplida... para él.
Es cierto que algunos futbolistas damnificados tampoco estuvieron a la altura de las circunstancias. Esperaron pacientemente a que el cadáver del entrenador holandés pasara por delante de su puerta y luego le pusieron literalmente a parir. Y sólo estábamos esperando a que Koeman rompiera su silencio y dijera lo que realmente pensaba acerca de su experiencia ché. Ya lo ha dicho, en Holanda por supuesto. Koeman dice ahora que fue un error fichar por el Valencia. Dice ahora que Albelda, Cañizares y Angulo crearon un mal ambiente y que le pareció extraño que los dirigentes les permitiesen seguir entrenando con el resto de jugadores. Dice ahora que no tenía otras opciones para entrenar ya que su puesto en el PSV estaba en entredicho. Dice ahora que, de haber seguido en Holanda, habría llegado al puesto de seleccionador de su país o a dirigir al Barcelona, su auténtico sueño.
Koeman ha confesado, y dicha confesión ha de servirles a todos los aficionados para darse cuenta de que se libraron de una buena. Hasta sus declaraciones en la televisión Het Gesprek, intuía que Koeman se tomaba al Valencia por el pito del sereno, un trampolín profesional hasta dar el gran salto a su club, el Fútbol Club Barcelona. Koeman ha dado la cara de la peor forma posible: a muchos kilómetros de distancia y cuando todo lo que él diga sólo puede hacerle más daño todavía al club. La confesión de Koeman, realizada desde el resentimiento, tiene que valer al resto de equipos españoles para saber con quién se la podrían jugar en el futuro. Tintín no ha demostrado ser un buen entrenador, más bien todo lo contrario, y además ha constatado que es un largón. El error no fue suyo por venir a Valencia, el error fue de quien pensó que él podría solucionar las cosas.